lunes, 25 de junio de 2018

Serie: Las Bienaventuranzas

Bienaventurados sois cuando por mi causa....
"Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros , mintiendo..."(Mateo 5:11)

Entramos esta semana en la última de las nueve Bienaventuranzas pronunciadas por nuestro Señor Jesucristo. Esta última dice así: "Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo."
Alo largo de varias semanas hemos estado viendo las poderosas declaraciones acerca de aquellos que son bienaventurados para Dios. Resumimos que son llamados bienaventurados los pobres en espíritu, los que lloran, los mansos, los hambrientos y sedientos de justicia, los misericordiosos, los de limpio corazón, los pacificadores, los perseguidos por causa de la justicia, y por último, Jesús enfoca la atención sobre sí mismo, y llama bienaventurados a todos los que sufren por El.
Sabemos que existe diversas formas por las que uno puede sufrir por Cristo. Los mismos apóstoles sufrieron todos la muerte como mártires a excepción de Juan, quien murió por causa natural. A lo largo de la historia conocemos de los miles de cristianos que murieron en las distintas persecuciones contra la iglesia, ya sea crucificados, quemados, o despedazados por fieras en los circos romanos. Muy conocida es la historia del obispo de Esmirna, Policarpo. El se mantuvo oculto bajo la persecución del emperador Marco Aurelio en el año 162 d.C cuando escuchó que lo estaban buscando. Sin embargo, fue delatado por un niño y apresado. Tras dar una comida a los guardas que lo habían prendido, les pidió una hora de oración. Oró con tal fervor que los guardias que lo arrestarn sintieron haberlo hecho. Fue condenado a ser quemado en la plaza del mercado. El procónsul le apremió diciendo: "Jura y te daré la libertad. Blasfema contra Cristo". A lo que Policarpo le respondió: "Durante 86 años le he servido, y nunca me ha hecho mal alguno, ¿Cómo voy yo a blasfemar contra mi Rey que me ha salvado? Lo pusieron en la estaca donde fue solo atado y no clavado porque les aseguró que se iba a quedar inmóvil. Al encenderse la hoguera, las llamas rodearon su cuerpo sin tocarlo; entonces dieron orden al verdugo que lo traspasara con una espada. Al traspasarlo, manó tal cantidad de sangre, que apagó el fuego, muriendo.Sin embargo, a petición de los judíos, su cuerpo ya muerto fue consumido en la hoguera. 
A día de hoy, todavía existen mártires por Cristo, pero en mayor medida podemos afirmar que la persecución es más en algunos casos psicológica que física (no descartando que ésta también se da) Jesús llamó bienaventurados a los perseguidos, y a los que son acusados injustamente sólo por pertenecer a Cristo. A ningún ser humano le gusta experimentar sufrimientos o aflicciones, lo cual solemos ver como algo malo que debe de ser evitado, ¿Pero qué dice Dios al respecto?
1) Cuando abundan los sufrimientos o las aflicciones, abunda también las consolaciones de Cristo (2 Corintios 1:5)
2) Es bueno participar de las aflicciones por causa del Evangelio y soportarlas (2 Timoteo 1:8; 4:5)
3) Las aflicciones nos llevan a la oración (Santiago 5:13)
4) Las aflicciones de este mundo no son mayores que la gloria del cielo (Romanos 8:18)
A todo esto se debe de sumar la bendición que Jesús prometió sobre estos bienaventurados, la cual dice: "Gozáos y alegráos, porque vuestro galardón es grande en los cielos (Mateo 5:12)
Estamos viviendo los últimos tiempos en los cuales debemos esperar toda clase de sufrimientos y aflicciones. Pero la pregunta a todo esto es, ¿ Vale la pena sufrir por causa de Cristo? La respuesta está en cada uno de nosotros. Sólo piensen por un momento en aquellos valerosos mártires como Policarpo, que se enfrentaron a torturas y a muertes despiadadas por no negar a Cristo. Ellos no experimentaron sufrimientos por sostener una mentira, sino que recibieron gozosamente el privilegio de morir como mártires, derramando su sangre por amor a su Salvador. Y como dijera uno de los más importantes padres de la iglesia: "Segando nos siembran; más somos, cuanto derraman más sangre; que la sangre de los cristianos es la semilla de la iglesia (Tertuliano 197 d.C )

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