miércoles, 14 de julio de 2021

La vida cotidiana en tiempos bíblicos (3)

                                               

Había tres fechas, aparte de las religiosas, que predominaban en la memoria de cualquier familia israelita: el día del nacimiento, el del matrimonio y el de la muerte.

Nacimiento: En Israel siempre se veía la esterilidad como una calamidad, y se era feliz en proporción al número de hijos que se tenía, especialmente si é estos eran varones.

Cuando nacía el primogénito, la madre pasaba a ser la madre de … en lugar de la hija de … Una hija no era tan bienvenida por su posición subordinada. Era una ventaja para la familia sólo como trabajadora.

Al nacer se frotaba al recién nacido con sal para afirmar su piel, y se le envolvía en pañales para que crecieran bien sus miembros. Se le ponía un nombre escogido cuidadosamente de antemano, el cual indicara previamente alguna cualidad moral o física que se presumía iba a caracterizarle en el transcurso de su vida.

El varón era circuncidado a los ocho días y el primogénito era redimido un mes después de su nacimiento mediante su presentación en el Templo y una ofrenda al sacerdote. No era destetado sino hasta los dos o tres años de edad.

Matrimonio: Los matrimonios los arreglaban los padres ya que era deber de todos el casarse. Como la novia constituía una ventaja laboral, los futuros suegros debían pagar un precio o dote por ella a sus padres.

Lo primero de todo era una ceremonia formal de firma del compromiso, con intercambio de regalos. Llegada la tarde del día de la boda, el novio y sus amigos hacían una procesión hasta la casa de la novia, en donde ella y su familia les esperaban. La pareja recibía la bendición y entonces el novio llevaba a su esposa por las calles del pueblo hasta su propia casa, mientras los invitados se alineaban en las orillas de las calles con antorchas encendidas. Luego seguía una gran fiesta que podía durar hasta una semana.

Muerte: Una muerte en la familia daba inicio a un ceremonial de luto muy complicado. Se pagaba a plañideras profesionales para los lloros y lamentos del caso.

En un clima tan caliente había que enterrar el cuerpo del muerto antes de las 24 horas posteriores al fallecimiento. Se lavaba el cadáver y se le envolvía en ropas. En tiempos del Nuevo Testamento se le ungía y envolvía en vendas especiales, poniéndole un sudario de lino.

A los pobres se les enterraba en una fosa común o en sencillas cuevas, mientras que los ricos tenían tumbas cavadas especialmente para ellos en las rocas, selladas con una piedra grande en forma de rueda. Esta fue precisamente la tumba en donde fue enterrado Jesús, la cual era propiedad de José de Arimatea.

                                   EL TRATO A LA MUJER

La situación social en Israel y Palestina era patriarcal. La familia hebrea era grande en número. La poligamia, aunque lícita en los casos en que la esposa era estéril, solamente estaba al alcance de los ricos. En la casa familiar vivían, además del marido, la esposa principal y las secundarias, los hijos e hijas de todas ellas, juntamente con los criados y esclavos.

Al conjunto familiar se le denominaba casa del padre, que era donde el gobernaba como señor absoluto y era el dueño y responsable de los bienes familiares. Los hijos varones eran sus herederos, mientras que las hijas aumentaban el patrimonio familiar con la dote o precio que los pretendientes pagaban al padre al comprarlas.

El padre era el único que tenía el derecho de disponer, dar órdenes, castigar, pronunciar oraciones, bendecir los alimentos y ofrecer sacrificios, además de ser el maestro de sus hijos. Como madre, la mujer era respetada y reverenciada porque los hijos son regalo y bendición de Dios, sobre todo si estos eran varones. Pero a pesar de ello, la mujer era diferente al varón en la cultura judaica y hebrea.

La mujer judía en tiempos de Jesús era considerada inferior al hombre por tener menos ventajas que el varón. Existía en aquel entonces una expresión que se repetía frecuentemente, y que decía: „mujeres, esclavos y niños?. Como el esclavo judío y el niño menor de 13 años, la mujer se debía por completo a su dueño y señor: al padre, si es soltera; al marido, si es casada; al cuñado, si es viuda sin hijos (Deuteronomio 25:5-10). Si la mujer era soltera, estaba bajo la tutela de su padre y sólo él tenía la autoridad para casarla.

Sin embargo, el padre solamente podía hacerlo si ella daba su consentimiento explícito, decidiendo a quien quiere por esposo, lo cual estaba protegido por la Ley judía: "Tiene el hombre prohibido casar a su hija cuando es menor, hasta que crezca y diga a fulano yo quiero" (Talmud Babilónico, Tratado de Kidushin 81b.) Cuando ella se casa, el marido es el dueño de la mujer y ésta no puede disponer ni de los ingresos de su trabajo, ni de lo que pudiera llegar a encontrar.

La mujer no recibía instrucción religiosa ya que se suponía que era incapaz de comprenderla. Las escuelas eran solamente para varones. Además, las mujeres no podían ser testigos en un tribunal, ya que se pensaba que su testimonio carecía de valor por su inclinación a la mentira, argumentación que los judíos consideraban apoyada en el libro del Génesis: "Sara negó „no me he reído?. Pero Aquel dijo: „no digas eso, que sí te has reído" (Génesis 18:15).

En las grandes casas de las ciudades y entre las familias acomodadas, la mujer permanecía en el gineceo, la parte de la casa destinada a las mujeres, y sólo podían mostrarse en público con la cara tapada, cubierta con dos velos atados en la cabeza, para que no se pudieran distinguir los rasgos de su rostro. En los pueblos y entre las familias sencillas existía menos rigor en este aspecto.

Las reglas de educación prohibían encontrarse a solas con una mujer, sobre todo si ésta era casada; incluso mirar a una mujer casada o también saludarla. Una mujer no debía estar sola trabajando en el campo, sino que lo normal es que trabajaran juntas tres o más de ellas. Lo mismo ocurría cuando tenían que ir al pozo a buscar agua.

La esposa o las hijas tenían el deber de lavar al padre su cara, manos y pies. Pero el judío varón no podía exigir esto a otro hombre, ni siquiera a un esclavo judío; solamente a un esclavo no judío.

Las mujeres judías eran consideradas impuras durante el tiempo de la menstruación y ni tan siquiera se las podía tocar. Después del parto tenían que ofrecer un sacrificio en el Templo para ser purificadas.

Cuando había un banquete en la casa, las mujeres no tomaban parte en el mismo y ni tan siquiera podían servir la comida, ya que se temía que escuchasen las con versaciones y no fuesen discretas. Únicamente se les permitía asistir a la cena del sábado y al banquete de Pascua.

Si alguna mujer casada preguntaba alguna cosa, se le debía responder lo más brevemente posible. Todo esto estaba amparado por una cita bíblica: "Jamás te sientes junto a una mujer casada, ni bebas vino con ella en la mesa, no sea que tu corazón se enamore de ella y tu pasión te lleve a la ruina" (Eclesiástico 9:9).

EL DIVORCIO, DERECHO DEL MARIDO

Solamente el marido tenía derecho a romper el matrimonio exigiendo el divorcio; era un derecho arbitrario y caprichoso.

Si una mujer salía a la calle sin cubrirse la cabeza, ofendía hasta tal punto las buenas costumbres que su marido tenía el derecho y hasta el deber, desde el punto de vista religioso, de echarla de la casa y divorciarse de ella sin estar obligado a pagarle la suma acordada en el contrato matrimonial.

La mujer judía que perdía su tiempo en la calle hablando con unos y otros, o la que se ponía a hilar en la puerta de su casa, podía ser repudiada por su marido sin compensación económica alguna. Incluso cuando a la esposa se le quemara la comida, podía ser repudiada por el esposo, según manifestaba el rabino y maestro judío Hillel el Viejo o el Sabio (70 a.C. al 10 d.C.). Otro motivo podía ser que el marido descubriera algo torpe en su esposa, lo cual le daba la libertad para buscar otra más joven y adquirirla.

Si la novia tenía relaciones con otro hombre era considerada una adúltera y su castigo era la lapidación. Si la adúltera era una mujer casada, el castigo que se le reservaba era el de la estrangulación. Pero para el hombre no había castigo alguno. En la mujer sólo veían superficialidad, sexo y peligro, por lo que siempre trataban de guardarse de ella.

LA MUJER JUDIA Y EL CULTO RELIGIOSO

En la parte posterior del Templo existía un patio reservado únicamente para las mujeres judías, en donde no había ningún tipo de contacto con hombres y donde ellas no eran tomadas en cuenta. Sólo se celebraba el culto en la Sinagoga cuando estaban presentes un mínimo de diez hombres, y jamás se contaba con las mujeres, por muchas que estuvieran presentes.

Las mujeres estaban exentas de peregrinar a Jerusalén en las grandes fiestas del año, a lo cual sí estaban obligados los varones; los que vivían lejos de Jerusalén debían acudir al Templo por lo menos en una ocasión al ano. Ellas ni tan siquiera eran aptas para pronunciar la acción de gracias en las comidas, pero sí estaban obligadas a cumplir con todas las prohibiciones de la Ley religiosa, así como a cumplir con todo rigor la legislación civil y penal.

La conciencia de la superioridad religiosa masculina estaba muy extendida en tiempos de Jesús y de las primeras comunidades cristianas, no sólo entre los judíos, sino también entre griegos y romanos. El hombre griego estaba agradecido a los dioses por la suerte de haber nacido humano y no bestia, griego y no bárbaro, libre y no esclavo, hombre y no mujer. Y entre los judíos corría un dicho que decía: „Bienaventurado aquel cuyos hijos son varones, y ay! de aquel cuyos hijos son hembras?.

En la oración que los judíos de la época de Jesús hacían en la Sinagoga, por tres veces el hombre judío agradece a Dios el hecho de que no le hubiera creado pagano, esclavo o mujer. Así consta en este comentario judío: "Rabí Yehuda dice que deben decirse tres plegarias cada día: bendito sea Yahvé, que no me ha hecho pagano; bendito sea Yahvé, que no me ha hecho mujer; bendito sea Yahvé, que no me ha hecho ignorante?.

Extraído de https://www.monografias.com/trabajos93/vida-cotidiana-judia-tiempos-biblicos/vida-cotidiana-judia-tiempos-biblicos.shtml#presentaca

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