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martes, 21 de febrero de 2017

El origen del Carnaval


Carnavales
En estos días vamos a estar entrando en la celebración de una de las fiestas más populares y celebradas en todo el mundo. Esta fiesta a la que me refiero es la del Carnaval. Y es por ello que quiero aprovechar y estar explicando acerca del origen de esta festividad, que sin lugar a dudas, procede del paganismo.
Los orígenes de esta fiesta se remonta a la antigua sumeria, hace más de 5.000 años. Esta fiesta se expandió a Egipto, Grecia, Roma, y de allí a Europa y América en el siglo XV. Esta festividad está mayormente ligada a la liturgia católica romana. Se celebra, por tanto, en los países que tienen tradición católica precediendo a la cuaresma. Por lo general, en muchos lugares se celebra durante tres días, y se los designa con el nombre de carnestolendas, y son los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza, que es el día en que comienza la cuaresma en el Calendario cristiano romano. Estas fiestas preceden a un supuesto tiempo de recogimiento, ayuno, oración y penitencias, antes de concluir en el Domingo de Ramos.
Se supone que el término carnaval proviene del latín medieval "carnelevarium", que significaba "quitar la carne" y que se refería a la prohibición religiosa de consumo de carne durante los cuarenta días que dura la cuaresma. De ahí viene Carna vale, es decir, adiós a la carne. Muchos, sin embargo afirman que significa "carne a Baal" en referencia a que es un tiempo de desenfreno y satisfacción de los deseos de la carne. Estas fiestas se realizaban en honor a tres dioses:
 Baco, el Dios del vino o el licor, Pan, el dios de la música, y Eros, el dios del sexo. Además de esto, los carnavales estan dirigidos a Momo, dios de la burla en la mitología grecolatina, hijo de la noche y el sueño. A este dios se le presentaba vestido de una manera estrafalaria, con un gorro adornado de cascabeles. Conocemos por las películas de la Edad Media que los reyes siempre tenían en sus castillos a éste personaje que los hacían reír y que llamaban bufón. A este personaje, una máscara le cubría la mitad del rostro, se cubría la cabeza con un gorro de cascabeles y sostenía en su mano un báculo con un muñeco, símbolo del dios Baco.


Durante las bacanales, a Baco se le cantaba el Ditirambo; el coro que lo hacía iba disfrazado de sátiro y frente a él aparecía el sacerdote del dios conduciendo un barco sobre ruedas al que llamaban "carrus navalis" (carro marino o naval)
 Encima de él se representaban danzas satíricas y obscenas. Se tiene constancia de ello desde el siglo VI a. C. en Grecia, y hacia los últimos años del Imperio romano. Al culto de Dionisos en Grecia se correspondió con el de Baco en Roma. Allí se celebraban las Bacanales, las Saturnales y las Lupercales. Todas ellas con un denominador común: el paso de ser unas ceremonias de origen espiritual-religioso, sagrado-ritual, a convertirse en fechas en que el desenfreno, la sátira y el desorden civil era la norma. Treinta días antes de las fiestas Saturnales, los soldados romanos escogían al más bello de ellos y lo proclamaban rey. Lo vestían como tal y le daban sus atributos. En ese período de tiempo, tenía todo el poder como rey sobre los soldados, pero el último día debía suicidarse ante el altar del dios Saturno al que representaba. Otra teoría es la institucionalización de la fiesta en Roma por Publius Hostillius dedicándola al primer santuario en honor a Saturno y cuya liturgia se estableció en el año 217 a. C. En aquellas calendas se celebraba durante un solo día el carnaval: el 17 de diciembre. Augusto amplió a tres días esas fiestas. Calígula a cuatro y finalmente Domiciano las decretó para una semana.  La costumbre del barco sobre ruedas, a bordo del cual se escenificaban mascaradas y danzas promiscuas, aún se mantiene vigente en los actuales carnavales de algunas ciudades europeas, aunque aquellas danzas eróticas han sido substituidas con flores que son arrojadas al público por bellas muchachas "marineras" de dichas naves.
La costumbre de arrojarse distintos tipos de elementos también fue heredada de los romanos, quienes se divertían tirando con fuerza confites de menta, rosa o anís a la cara de los transeúntes; de aquel habito fue que se adoptó el papel picado. Pero este, como lo conocemos hoy en día, tuvo su origen en una imprenta de París. Allí, un obrero que perforaba pliegos de papeles de colores, al ver caer los redondelitos sobrantes los juntó y se los regaló a su hijo; el obsequio no sólo causó sensación entre los niños sino también en los adultos, quienes comenzaron a encargarle  bolsitas de papel picado para arrojarlo durante los días de carnaval. Hay países en que se comienza la celebración del carnaval en distintas fechas, como en algunos lugares de Alemania en que se inicia el 11 del 11 a las 11 horas 11 minutos. O los hay que lo comienzan no bien termina la Epifanía, el 6 de enero. En otros lugares es tradicional comenzar el jueves anterior al Miércoles de Ceniza, y lo denominan Jueves Graso, en Italia, y Jueves Lardero en España (en Cuenca y Albacete aún se mantiene fuerte esta tradición). Jueves Lardero o Jovelardero es el nombre con el que se conoce en diversas partes de España al jueves en que comienza el carnaval, y que en otros lugares se conoce como día de la tortilla. . De esta costumbre se derivan dos vocablos propios del habla manchega: 1) El verbo lardear (del latín lardium o lardo: “grasa”), con el significado de comer/ merendar productos típicos, especialmente derivados del cerdo. 2) El sustantivo lardeo. Como productos típicos de esta fiesta, son tradicionales las llamadas monas, bollos con un huevo cocido en el centro y el hornazo.  En la España de la época de la Conquista y la Colonia ya era costumbre durante el reinado de los Reyes Católicos disfrazarse en determinados días con el fin de gastar bromas en los lugares públicos. Más tarde, en 1523, Carlos I dictó una ley prohibiendo las máscaras y enmascarados. Fue Felipe IV, quien restauró el esplendor de las máscaras. El antifaz moderno es un vestigio de las fiestas de Baco y Cibeles. 
Entre las costumbres y ritos carnavalescos, algunos de los que mayor arraigo tienen en la tradición hispánica y universal son las de disfrazarse de modo ridículo. Particularmente común es que el hombre se disfrace de mujer y la mujer de hombre. También son comunes los disfraces masculinos con pieles y pellejos de animales, que se complementan a veces con cascabeles, campanas y cencerros, hacer parodias de las autoridades e instituciones (religiosas y políticas) de la comunidad. A veces también se parodia su forma de vestir, de hablar, de hacer discursos, etc. Son especialmente comunes las parodias de elementos culturales cristianos y la exaltación de los paganos. Muchas veces, estas parodias son cantadas a coro por grupos grandes de personas, y reciben el nombre de comparsas, chirigotas, etc.También se  realizan actos escandalosos y estrafalarios, es decir, convertir temporalmente la locura en norma de conducta. Las "fiestas de locos" medievales eran típicamente carnavalescas. De ellas han quedado eco, por ejemplo, en fiestas como los carnavales de Castro del Río (Córdoba), en la "fiesta de los locos" de Écija (Sevilla), o en la "parranda de los locos", en Los Verdiales (Málaga) También es común ingerir bebidas alcohólicas, especialmente vino, y columpiarse y arrojar unas personas a otras (especialmente hombres solteros a mujeres) ceniza, hollín, salvado, harina, etc, fustigarse con porras, vejigas, varas, etc. Muy común es que los hombres jóvenes intenten tocar o azotar con una cuerda o vara a las mujeres jóvenes, en un acto de claras connotaciones sexuales. Y más de esto, arrojar y romper ruidosamente ollas, pucheros, y tejas, jugar con ollas colgadas de cuerdas que se arrojan los niños unos a otros, o que han de romper con los ojos vendados, arrojar agua con jeringas, apedrearse con huevos, naranjas, nueces, avellanas, matar gallos de forma ritual. Por lo general, los protagonistas de esta costumbre son niños, o bien hombres solteros. En muchos lugares, era un rito que se celebraba en las escuelas, dirigido por el maestro. Los niños elegían a un "rey" o "capitán de gallos", se disfrazaban, recitaban parlamentos y realizaban acciones de tipo parateatral, y al final mataban al gallo tirándole naranjas o piedras, o bien acuchillándole. Este rito sigue realizándose todavía hoy en diversos lugares de España, como en Mecerreyes (Burgos), donde sus protagonistas son los mozos solteros.También se mantean perros y gatos; se cuelga de la cola de estos animales vejigas, botes, etc, y se mantean, ahorcan, decapitan o queman muñecos o peleles. En ocasiones, las protagonistas de esta costumbre son las mujeres, que arrojan invectivas de tipo sexual contra el muñeco, representación de lo masculino. Algunos autores, como Julio Caro Baroja, han estudiado el paralelismo entre esta costumbre y otros rituales festivos que se realizan en lugares tan alejados como la Australia aborigen, donde instrumentos parecidos tienen también funciones parecidas, lanzar pullas a los viandantes, lanzar pullas y ataques rituales a los nativos de los pueblos vecinos. ironías, críticas y sátiras contra personas determinadas, romper objetos, robarlos o trasladarlos de su sitio habitual. Por ejemplo, en muchos pueblos era normal que se robasen los aperos de labranza de algún vecino y se colgasen de árboles, se llevasen a los caminos o se arrojasen a los ríos. También era común robar los cacharros de leche y las vasijas domésticas.  Al final del carnaval, se solía en muchos pueblos construir un muñeco antropomorfo, de paja o de trapos, y se le sacaba en procesión, sobre unas andas, montado en un burro, o colgado por una cuerda. En muchos pueblos se solía leer su sentencia de muerte y su testamento, antes de ahorcarlo, decapitarlo o quemarlo, y de enterrarlo. En la tradición de España y de Hispanoamérica, se suele dar el nombre de Judas a este tipo de muñecos. Así, en muchos lugares de Europa, y de toda España, los niños y jóvenes realizaban el ritual de "serrar la vieja", es decir, de cortar a un monigote vestido de vieja una de sus piernas. La Cuaresma era tradicionalmente representada como una vieja con siete piernas (una por cada semana que duraba), y era tradicional en muchos pueblos que a su figura, dibujada en papel recortado, se le cortase una pierna cada semana. 
Hoy en día, bajo la apariencia de una inocente y divertida fiesta infantil, el carnaval se está introduciendo a un ritmo vertiginoso en los centros escolares. Si la escuela es una preparación para la vida, el sistema de valores y conductas que fomenta la festividad del carnaval a medida que nuestros hijos van entrando en la edad adulta, no es ni mucho menos consecuente con los objetivos pedagógicos de los propios centros escolares (que caen en una absurda incoherencia) así como no lo es con el modelo de ciudadano en el que muchos de nosotros aspiramos ver un día reflejados a nuestros jóvenes. En cuanto a las conductas que promueve el carnaval: Abuso descontrolado de comida y bebida, murgas burlescas, bailes obscenos y exhibicionismo, insinuaciones a fornicación o adulterio, alcohol, drogas, desenfreno...promoviendo todo tipo de bajas pasiones que pueden llegar a desencadenar violencia y tendencias homicidas (en algunos casos suicidas). ¿Es acaso esto una fiesta apropiada para un cristiano? Antes bien no nos debemos mezclar con esas cosas, tal y como advierte la Palabra de Dios, la cual menciona la “carne” o “sark” en griego, en su sentido de naturaleza caída del ser humano, como enemigo opuesto al Espíritu Santo. Dejemos que la Biblia nos hable por sí misma.
Hermanos, si de verdad no somos del mundo, no nos hagamos partícipes de las cosas abominables que el mundo practica. Mantengamos nuestra santidad hasta la pronta llegada de nuestro Salvador.

 Romanos 8:7  “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; por que no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden”

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