viernes, 23 de julio de 2021

La vida cotidiana en tiempos bíblicos (4)

En tiempos del Antiguo Testamento no existían escuelas para los niños de la gente común y sencilla. Sus padres debían enseñarles las ocupaciones corrientes, y también explicarles la Ley y los festivales religiosos.

En tiempos de Jesús la educación de las niñas estaba enteramente en manos de su madre, pero cada varón asistía a la escuela de la Sinagoga a partir de los seis años.

El Antiguo Testamento era su único libro de texto mientras aprendían la historia, geografía y literatura, así como la Ley de su pueblo. Si el niño era lo suficientemente inteligente y contaba con los medios necesarios, podía enviársele a Jerusalén a sentarse a los pies de algún rabino famoso para asimilar su enseñanza.

Además del conocimiento de la Ley, el niño judío debía aprender algún oficio. Tanto esto como el significado de las fiestas era tarea de su padre. Cuando el muchacho cumplía los trece años llegaba a su Bar Mitzvah, o sea que pasaba a ser un hijo de la Ley, y a efectos religiosos era considerado ya un hombre. Reunía las condiciones necesarias para ser incluido en el Minyau, el grupo mínimo de diez hombres imprescindibles para celebrar la asamblea en una Sinagoga. Al siguiente sábado el muchacho leía una porción de la Ley en hebreo y recibía la bendición del rabino principal.

En aquella época no existía en Israel una marcada separación entre la ley civil y la religiosa. Los sacerdotes levitas y los ancianos cumplían el mismo propósito y participaban en la administración de la justicia. En la puerta de la ciudad o del pueblo se ventilaban los procesos legales y se juzgaban los casos.

La Corte Suprema en tiempos neotestamentarios era el Sanedrín. Este cuerpo de 70 hombres se reunía en el Templo. Las autoridades romanas les permitían emitir la sentencia sobre cualquier tema bajo la ley judaica, menos la pena de muerte ni en aquellos casos regidos exclusivamente por la ley romana. Las querellas locales las resolvían siempre los ancianos en la puerta de la aldea, tal como se indicó anteriormente.

LA VIDA RELIGIOSA

La vida religiosa de Israel estaba centrada primero en el Tabernáculo y luego en el Templo, y se regía por los reglamentos que imponía la Ley con respecto a las ofrendas y los sacrificios, así como acerca de las grandes festividades anuales.

Las seis grandes festividades anuales eran las siguientes:

La primera del año era la de Purim o de las suertes, celebrada en torno a nuestro primero de marzo en conmemoración de la liberación de los judíos de manos de Hamán, según narra el libro bíblico de Esther. La segunda era la Pascua, celebrada el 14 de Nisán, cerca de nuestro inicio de abril, en memoria de la liberación de los israelitas de la esclavitud de Egipto. Su importancia era tal que los romanos solían liberar un preso en esa fecha, de acuerdo a la voluntad del pueblo, como fue el caso de la liberación de Barrabas. A continuación de la Pascua, y en asociación con ella, tenía lugar la celebración de la Fiesta de los Panes sin levadura, con una duración de siete días seguidos.

En tercer lugar los judíos celebraban la festividad de Pentecostés, que tenía lugar cincuenta días después de Pascua, cerca del final de mayo. Se conmemoraba en ella la entrega de la Ley a Moisés, así como la siega del grano del que se ofrecía en el Templo.

A continuación nos encontramos con el Día de la Expiación, que en realidad consistía más en un ayuno que en una fiesta. Era el único día en que el Sumo Sacerdote podía entrar en el Santísimo para ofrecer incienso y rociar la sangre de los sacrificios. Tras realizar estos actos se soltaba un macho cabrío al desierto que llevaba, simbólicamente, la culpa de la nación, y se sacaban fuera de la ciudad los restos de los animales sacrificados en holocausto. Durante el día se ayunaba y oraba de manera especialmente solemne.

Cinco días después tenía lugar la fiesta de los Tabernáculos o Cabañas, cercana a nuestro primero de octubre. Se conmemoraba con ella la protección de Dios sobre Israel mientras vagó por el desierto a la salida de Egipto y servía asimismo para dar gracias a Dios por las bendiciones recibidas durante el año. Durante esta festividad era costumbre que la gente viviera en cabañas improvisadas, situadas a no más de una jornada de sábado de Jerusalén, en recuerdo de la experiencia pasada por Israel. Los dos actos religiosos principales eran el derramamiento de una libación de agua, realizada por un sacerdote usando una jarra de oro con agua del Estanque de Siloé, y la iluminación del Templo mediante cuatro enormes lámparas que se situaban en el patio de las mujeres.

Finalmente nos encontramos con la Fiesta de la Dedicación, aproximadamente a mediados de nuestro mes de diciembre, y que conmemoraba la restauración y rededicación del Templo realizada por Judas Macabeo. Durante esta fiesta era común leer los libros I y II de los Macabeos.

EL TEMPLO Y LA SINAGOGA

Entre el final del Antiguo Testamento y comienzos del Nuevo, hubo un marcado desarrollo de la vida religiosa formal de los judíos. El culto regular se celebraba ahora en la Sinagoga local, práctica que nació en los días del Exilio, cuando no había Templo. El rabino principal de la Sinagoga era elegido por los ancianos del pueblo.

En algunos de los servicios de Templo, como en las festividades del Ano Nuevo judío (Rosh Hashana) y el Día del perdón (Yom Kipur) se escucha el sonido de shofar en el momento de los rezos.

El servicio seguía un modelo guiado por las oraciones y lecturas de la Ley y de los Profetas. Luego seguía el sermón y un espacio en el cual los hombres podían hacer preguntas al Rabino. Detrás del pulpito había un recinto cerrado con una cortina, donde se encontraba el Arca de los rollos sagrados que sólo los doctores de la Ley podían abrir. Los lectores se sentaban entre el recinto y el pulpito, de cara a la congregación, junto con los principales maestros, quienes se sentaban en asientos levantados conocidos como Cátedras de Moisés.

Cuando era posible se hacía una visita al Templo de Jerusalén, el cual había sido ya reconstruido por Herodes. El Templo seguía la estructura básica del de Salomón, pero de dimensiones mucho más grandes. Básicamente era un recinto abierto y vasto, dividido en atrios por una serie de murallas. Los no judíos estaban limitados al atrio o patio exterior, que también servía de acceso desde y hacia la ciudad, así como también era usado a modo de mercado de ganado y de cambio de dinero.

Monografias.com

Los judíos podían entrar a los atrios centrales y observar los sacrificios desde un atrio cercano al de los sacerdotes, pero las mujeres se mantenían a distancia, en su propio atrio. El sacerdote podía considerarse afortunado cuando le concedían el permiso, una vez en toda su vida, para ofrecer incienso en el lugar santo, el edificio mas recóndito de recinto del Templo.

Extraído de https://www.monografias.com/trabajos93/vida-cotidiana-judia-tiempos-biblicos/vida-cotidiana-judia-tiempos-biblicos.shtml#presentaca

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