Estudio doctrinal

INSPIRACIÓN Y SUPREMACÍA DE LA BIBLIA

INSPIRACIÓN

Llamamos inspiración bíblica a la actividad por la cual Dios, a través del Espíritu Santo, influyó en los autores humanos para que éstos, usando sus facultades específicas y sus distintas personalidades, escribieran y refirieran sin error, en las palabras del original, la revelación de Dios al hombre. Dichos autores fueron investidos de poder para dar expresión a la verdad. 

Dicho de una manera más simple sería:“una enseñanza que Dios ha impartido a su pueblo por medio de sus escritores donde comunica su completo e íntimo pensamiento pero sin destruir, ni anular la propia individualidad del escritor”.

La inspiración de la Biblia es plenaria en el sentido de que toda ella, y no algunas partes de ella, han sido inspiradas por su autor divino. La misma Palabra lo expresa al decir en 2 Timoteo 3:16 que "Toda la Escritura es inspirada por Dios...."

La Biblia, como Palabra inspirada por Dios, fue escrita hace cientos de años, por unos 40 autores, en distintas épocas históricas, y en distintos géneros literarios. Para poder creer que la Biblia es la Palabra de Dios, poseemos tanto evidencias internas (hechos hallados en la propia Biblia) como evidencias externas (hechos externos que apoyan su inspiración)

-Evidencias internas. Muchos son los pasajes bíblicos donde la misma Biblia declara ser la Palabra de Dios. (Josué 1:8; 8:32-35; 2 Samuel 22:31; Salmo 12:6 ; 19:7-11; 119:9,11,18 ; Proverbios 30:5,6 ; Isaías 55:10,11 ; Daniel 10:21 ; Marcos 13:31 

Además de esto, tanto los escritores del Antiguo Testamento, del Nuevo Testamento, y Jesús mismo, afirmaron muchas veces que la Biblia es la Palabra de Dios. En Mateo 5:18, Jesús afirmó que "ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido". Con esto Cristo estaba afirmando la inspiración de todo el Antiguo Testamento (el Nuevo Testamento aún no existía)

Conforme fue escribiéndose el Nuevo Testamento, sus autores se hallaban conscientes de que eran guiados por el Espíritu de Dios, afirmando su inspiración. En 2 Pedro 3:15,16, a las epístolas de Pablo se les trata como Escritura que tiene que ser recibida como Palabra de Dios, al igual que toda la demás Escritura. Del mismo modo, Pedro, afirma que "los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 Pedro 1:21)

-Evidencias externas. Una de sus numerosas evidencias externas es su continuidad, observada desde el Génesis al Apocalipsis. También está su permanencia. Aún cuando muchos han querido destruirla a lo largo de la historia, vemos que no han podido ni podrán. Otras de sus evidencias externas son sus innumerables profecías ya cumplidas, que nos aseguran que las que están por cumplirse también lo harán. Y por último señalaremos como evidencia externa su gran influencia que tiene para transformarlo completamente.

SUPREMACÍA DE LA BIBLIA. La doctrina de la supremacía de la Biblia enseña que es la Biblia, tal y como está escrita en las lenguas originales, hebreo, arameo y griego, la misma Palabra de Dios revelada al hombre para que éste conozca de Él y lo obedezca. La doctrina de la supremacía de la Biblia pone a la Biblia por encima de tradiciones orales o escritas, o de cualquier otro libro cristiano, en cuanto a norma de fe y conducta. Solamente la Biblia es la Única autoridad a la cual debemos creer y obedecer.

Ahora bien, ¿Qué debemos hacer entonces con ella?

Escudriñarla. (Juan 5:39)

Leerla (Colosenses 4:16)

Predicarla -Anunciarla (2 Timoteo 4:2)

Oírla  guardarla y obedecerla (Lucas 11:28)

Usarla contra enemigos espirituales (Mateo 4:4,7,10 ; Efesios 6:11,17)

Debemos evitar usar la Biblia para nuestra conveniencia. Muchos la distorsionan y corrompen, trayendo sobre ellos destrucción (2 Pedro 3:16 ;2 Corintios 2:17)

Otros la rechazan y tropiezan en ella siendo desobedientes (1 Pedro 2:8)

Una última advertencia es dada para aquellos que quitan o añaden a la Biblia; pues todo lo que Dios quiso revelar al hombre se encuentra en la Palabra, y lo que no, quedó sin revelar. (Apocalipsis 22:18,19)

El hombre necesita ser guiado en la vida, y Dios, sabiéndolo, nos dejó el mapa perfecto. La Biblia es el manual divino, el regalo de Dios al hombre, mediante el cual descubrimos el plan de redención en la persona de Cristo.