lunes, 30 de julio de 2018

Arqueología bíblica (3)

¿Existieron en realidad los heteos?


Este mural de un palacio heteo muestra a unos músicos tocando varios instrumentos.
Durante varios siglos las únicas referencias que se tenían de los heteos eran las de la Biblia. Debido a esto, algunos detractores de la Biblia concluyeron que no eran más que un invento, uno más de los mitos contenidos en sus páginas. Después de todo, decían, ¿cómo podían haber existido una cultura y un pueblo enteros y haber desaparecido sin dejar rastro alguno?
En Génesis 23 los heteos son mencionados en relación con el patriarca Abraham, quien compró una cueva a Efrón heteo para usarla como sepultura de su amada esposa Sara. (El mismo Abraham sería sepultado allí al morir.) Con el tiempo Esaú, nieto de Abraham, se casó con dos mujeres heteas (Génesis 26:34), y más tarde los heteos fueron parte de los pueblos que Dios prometió expulsar para que los israelitas pudieran heredar la Tierra Prometida (Éxodo 23:28; 33:2; 34:11). Más adelante el rey Salomón desposó algunas mujeres heteas (1 Reyes 11:1), probablemente como parte de sus alianzas políticas con los gobernantes de ese pueblo. Los heteos todavía ejercían una poderosa influencia en los tiempos de Eliseo, alrededor del año 840 a.C. (2 Reyes 7:6). Pero ¿existieron realmente? Cuando finalmente fueron exploradas las tierras del Cercano Oriente, particularmente lo que es actualmente Turquía central, donde estaba la sede del imperio heteo, los arqueólogos encontraron abundantes pruebas de la existencia de ese pueblo. Sus hallazgos correspondían precisamente a los heteos mencionados en la Biblia.
Su imperio había existido durante siglos, junto a los otros pueblos mencionados en las Escrituras. Sufrió altibajos, al lado de otros reinos e imperios como Siria, Egipto y Asiria, hasta que se debilitó y desapareció por completo poco después de su última mención en la Biblia.

Salmanasar V

El borde de este altar tiene grabada la inscripción: “Dedicado (al) dios Sibitti por Sargón”.Tiglat-pileser murió en el año 727 a.C. y fue sucedido por Salmanasar V. Al retomar el relato en 2 Reyes 17:3, nos enteramos de que Salmanasar marchó en contra del rey israelita Oseas, quien le pagó tributos. Unos cuantos años más tarde, Salmanasar regresó y asedió durante tres años a Samaria, la capital de Israel, hasta que ésta cayó en el año 722 a.C.
A continuación, este rey exilió a los israelitas que sobrevivieron enviándolos a otros territorios controlados por los asirios (vv. 5-6).
Esto marcó el final del reino de Israel; como consecuencia, su pueblo exiliado perdió su identidad y llegó a ser conocido como “las 10 tribus perdidas”.



Inscripción del túnel de Ezequías


Esta antigua inscripción hebrea detalla la construcción de un túnel por el rey Ezequías con el objeto de proteger su suministro de agua ante la invasión asiria.
Aunque es bastante común encontrar inscripciones u otra información acerca de personas y lugares mencionados en la Biblia, es mucho más difícil hallar verificación arqueológica de sucesos específicos registrados en las Escrituras. Por su misma naturaleza, los sucesos son transitorios y rara vez se registran de manera que puedan sobrevivir a los estragos del tiempo.
No obstante, en el Museo Arqueológico de Estambul se pueden apreciar las pruebas de un suceso en tiempos del rey Ezequías. En 2 Reyes 20:20 leemos el siguiente relato: “Los demás hechos de Ezequías, y todo su poderío, y cómo hizo el estanque y el conducto, y metió las aguas en la ciudad, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?”
Hoy en día, quienes visitan Jerusalén pueden caminar a través de este mismo túnel que los ingenieros de Ezequías usaron para desviar las aguas de los manantiales de Gihón, que normalmente corrían fuera de la ciudad. Para ello, cavaron un túnel por debajo de Jerusalén, de manera que el agua pudiera fluir y caer en una pileta dentro de sus muros.
El túnel, de unos 500 metros de largo, construido aproximadamente en el año 701 a.C., es una de las grandes maravillas de la ingeniería del mundo antiguo. Descubierto en 1838 por el afamado arqueólogo estadounidense Edward Robinson, este túnel reveló uno de los secretos de su método de construcción cuando un muchacho árabe encontró tallada en una de sus paredes una antiquísima inscripción hebrea, que explica cómo dos equipos de hombres, trabajando desde extremos opuestos, cavaron simultáneamente hasta encontrarse en el medio. La inscripción fue llevada más tarde a Estambul por orden de los gobernantes otomanos de la ciudad.
Nabucodonosor II de Babilonia


Este cilindro de arcilla registra algunos de los proyectos de construcción del rey babilonio Nabucodonosor II.

Después de la milagrosa destrucción del ejército de Senaquerib durante el reinado de Ezequías, los asirios nunca más invadieron Judá. Desde ese momento Asiria comenzó a declinar mientras un nuevo imperio se levantaba para convertirse en la nueva superpotencia del Cercano Oriente: Babilonia.

El gobernante más grande del Imperio Babilónico es una figura muy conocida para los lectores de la Biblia, el rey Nabucodonosor, quien reinó del año 605 al 562 a.C. Nabucodonosor es mencionado 88 veces en la Biblia, en los libros de 2 de Reyes, 1 y 2 de Crónicas, Esdras, Nehemías, Ester, Jeremías, Ezequiel y Daniel. Nabucodonosor marchó contra el reino de Judá en diferentes ocasiones. La primera fue en 605 a.C., cuando sacó un ejército egipcio de Siria y lo obligó a regresar a Egipto, como parte de su derrota del Imperio Asirio. La segunda vez lo hizo porque el rey Joaquín rehusó pagar tributo a Babilonia. Nabucodonosor despojó el templo de Jerusalén de muchos de sus tesoros y los llevó de vuelta a Babilonia.
Cansado de las repetidas rebeliones, Nabucodonosor decidió darle una solución definitiva al problema. Después de sitiarla aproximadamente por dos años, Jerusalén cayó en el 586 a.C. y fue completamente destruida, junto con sus muros y su templo. Casi todos los judíos que sobrevivieron fueron llevados cautivos a Babilonia, donde permanecerían hasta la caída de ésta, ocurrida varias décadas más tarde.
Se han descubierto muchos documentos babilónicos que describen en detalle el reinado de Nabucodonosor. Varios de los relatos bíblicos que hablan de él se encuentran en el libro de Daniel, cuando éste ocupó un puesto importante en el gobierno babilonio. Daniel 4:30 relata cómo en cierto momento Nabucodonosor llegó a jactarse: “¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?” Y efectivamente, Babilonia era magnífica, una de las grandes ciudades del mundo antiguo.
Entre sus características más notables se hallaba la puerta de Istar, nombrada así en honor a la diosa que mencionamos al comienzo, y la vía procesional que llevaba hasta ella. La puerta verdadera ha sido reconstruida en Berlín, donde los arqueólogos alemanes que la excavaron la reconstituyeron usando los ladrillos originales, de colorido esmalte brillante. Sin embargo, algunas secciones de la vía procesional pueden apreciarse actualmente en el Museo de Estambul.

La historia de Sansón y del templo filisteo

La arqueología ha podido comprobar la veracidad de otra de las historias bíblicas: la del poderoso Sansón y su muerte en un templo filisteo. Sansón fue un héroe israelita cuya fuerza era legendaria. Engañado, capturado y cegado por sus enemigos los filisteos, fue obligado a trabajar moliendo grano, como si fuera una bestia de carga.
La historia de Sansón concluye en Jueces 16:23-30: “Entonces los principales de los filisteos se juntaron para ofrecer sacrificio a Dagón su dios y para alegrarse . . . Y aconteció que cuando sintieron alegría en su corazón . . . llamaron a Sansón de la cárcel, y sirvió de juguete delante de ellos; y lo pusieron entre las columnas . . .“Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba la casa, y echó todo su peso sobre ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra. Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida”.
Muchos críticos han puesto en duda esta historia y la han considerado sólo un mito. Arguyen que es imposible que un templo filisteo haya tenido dos columnas centrales como soporte del techo, ya que este diseño no corresponde a la arquitectura de los templos en el Cercano Oriente.

Pero después de que han sido excavados los restos de dos templos filisteos, ¿qué es lo que nos han revelado? Que ambos tenían dos columnas principales para sostener el techo.

Tomado de http://www.indubiblia.org/

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