lunes, 3 de septiembre de 2018

"Yo Soy"... el Pan de Vida

En este nuevo estudio de la Palabra de Dios vamos a estar trayendo varias reflexiones extraídas de una poderosa afirmación que Jesús pronunció a los judíos de su época. Esta afirmación o declaración se conoce teológicamente como "Los 7 Yo Soy" encontrados sólo en el evangelio de Juan.
El apóstol Juan, al escribir el evangelio que lleva su nombre quería fijar la atención de los lectores en la trascendente grandeza de Cristo. Dicha grandeza se presenta a lo largo del evangelio con las expresiones "Yo Soy"seguidas de un predicado. La declaración de Jesús como "Yo Soy" implicaba la afirmación de que él era igual en naturaleza que Dios el Padre. Esto lo sabían bien los judíos de su época, porque este fue el nombre que Dios usó para revelarse a Moisés en aquella zarza ardiendo el Éxodo 3:14. En aquella ocasión Dios se identificó como "Yo Soy el que Soy"a Moisés; y en ésta ocasión, Jesús igualmente se identificó a su audiencia con este mismo nombre. Por este motivo los judíos lo catalogaron de blasfemo, y quisieron matarle, ya que con esta atrevida declaración, se estaba comparando con Dios mismo. ¿Y no es acaso Jesús Dios mismo?
La reflexión de hoy se va a centrar en la primera declaración de Jesús, o primer "Yo Soy" junto con su respectivo adjetivo calificativo y que se encuentra en Juan 6:35 "Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mi viene nunca tendrá hambre; y el que en mi cree ,no tendrá sed jamás" 
Los judíos creían que cuando el Mesías viniera renovaría el milagro del maná. Al declarar Jesús que él era el pan de vida, estaba de igual manera afirmando que él era el Mesías prometido. La gente a la cual el había estado alimentando el día anterior, pronto lo identificó como "el profeta que había de venir al mundo"(6:14) y lo siguieron con la esperanza de que los continuara proveyendo el alimento diario. Sin embargo, Jesús les hace ver que lo más importante no es la comida física, sino la espiritual (6:27) y que esa comida solamente se la podía dar él. Los judíos querían que Jesús les diera señal para que pudieran creer en él, y alegaron al maná que sus padres recibieron en el desierto cuando salieron de Egipto (6:31) En base a esto Jesús les declara que él es el maná o pan que descendió del cielo y que da vida. Ese maná físico con el cual Dios los alimentó en el desierto estaba prefigurando o apuntando al verdadero maná o pan que vendría del cielo, para alimentar espiritualmente a los que tomaran de él (6:51)
Jesús es el pan que descendió del cielo para dar vida espiritual. Todo hombre cuando nace está muerto espiritualmente, es decir, está separado de Dios por causa del pecado. En la persona de Cristo encontramos vida espiritual y eterna al comer de él, en el sentido de apropiárnoslo para nuestro sustento eterno. Aquellos que no comen de este pan no tienen vida y siguen muertos en sus delitos y pecados, siendo su destino, la muerte eterna, alejados de la presencia de Dios. Ese pan enviado por Dios está a disposición de todos los hombres que deseen alimentarse de él. Solamente tienen que tomarlo y hacerlo suyo. Sin embargo, y al igual que Jesús hizo esta tremenda declaración que muchos consideraron duras palabras volviendo atrás y abandonándole, hoy día son muchos los que no les interesa comer del pan de la vida, porque ello implica total conexión, unidad y compromiso con el Autor de la vida, y la naturaleza pecaminosa del hombre es independiente y rebelde a las cosas espirituales. No obstante, no podemos por mucho que se quiera, ignorar la realidad de Jesús como el Pan de vida eterna, y el único capaz de satisfacer toda necesidad espiritual. Y aunque sean muchos hoy día que pretenden saciar su sed espiritual con las cosas materiales del mundo, la verdadera y completa saciedad está únicamente en la persona de Jesucristo.
¿Ha experimentado ya el lector esta llenura espiritual?  


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