PROBEMOS CON TODAS NUESTRAS FUERZAS
Un padre andaba construyendo una casa y le pidió a su hijo que le ayudara. -Hijo, tráeme aquellas piedras grandes para que yo pueda seguir edificando -le dijo.
El hijo fue a cumplir con lo ordenado por su padre. Intentó l evantar las piedras pero no pudo con ninguna. Volvió a donde estaba el padre y le informó de que no podía con aquellas piedras. El padre le insistió, diciéndole: -Hijo, prueba con todas tus fuerzas y verás que sí puedes. -Padre, ya lo he intentado, lo hice con todas mis ganas y no pude -respondió el muchacho. -Inténtalo otra vez -insistió el padre-, pero hazlo con todas tus fuerzas. El hijo, obediente, volvió al lugar donde se hallaban las piedras y probó con una, pero no pudo, Probó con otra, y sucedió lo mismo. Regresó y le dijo al padre lo que había sucedido: -Padre, -dijo con lágrimas en los ojos-, probé con todas mis fuerzas y no pude levantarlas. ¡Lo siento, pero no puedo! -Hijo -respondió el padre-, yo te dije que probaras con todas tus fuerzas. Todas tus fuerzas son las tuyas más las mías y todavía no me has pedido que te ayude.Frecuentemente nos pasa esto con los desafíos de la vida y frente a las tareas que tenemos delante. Decimos que no podemos. El Señor insiste, diciéndonos que probemos con todas nuestras fuerzas, que son las nuestras más las de Dios, pero nunca las solicitamos aunque están a nuestra disposición.
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