lunes, 24 de abril de 2017

Hacia la madurez espiritual

Hacia la renovación
Cuando nos acercamos a la Biblia encontramos a veces figuras y símbolos físicos cuyas características se emplean para representar algún aspecto de la vida cristiana o espiritual. Muchas de estas figuras usadas en la Biblia son animales. Tenemos el ejemplo de la oveja, el buey, el león, el ciervo, el águila...En esta ocasión, para hablar de la madurez espiritual usaremos la figura del águila, y así, viendo sus características, aprenderemos lo que Dios quiere al respecto.
Comenzaremos pues, viendo la vida del águila desde sus comienzos, antes de convertirse en un águila adulta.

Procesos del águila polluelo.   
1) La comodidad.
Antes que el águila madre ponga sus huevos, lo primero que hace es construir un nido seguro en lo alto de una peña. Allí construye un nido grande con ramas, para asegurar que los huevos no corran el peligro de caerse. Cuando los polluelos están a punto de nacer, la madre arranca, una por una, las plumas más suaves de su pecho, tapizando el nido con ellas para que las ramas no hagan daño a los polluelos y ellos puedan sentirse cómodos.
Nacen los aguiluchos, y viven sus primeros días en medio de la más confortable y segura comodidad. Y por si esto fuera poco, la madre los alimenta sin que ellos tengan que salir de esa comodidad del nido para buscar alimento.
Esta primera etapa de la comodidad en el nacimiento de los polluelos es similar a la que el cristiano experimenta en su primer tiempo, después de haber nacido en la familia de Cristo.
Cuando estamos recién convertidos todo es muy bonito. Estamos muy cómodos recibiendo la atención y el amor de los hermanos, así como las bendiciones y la presencia de Dios, quien nos da el alimento espiritual todos los días, sin que nosotros tengamos que hacer mucho esfuerzo. Todo es de color de rosa en esta primera etapa llamada de la comodidad. Pero uno no siempre permanece en el estado de recién nacido, ni para el cristiano, ni para el águila, que termina pasando al siguiente estado.
El águila y sus polluelos
2) La incomodidad.
Cuando ya han pasado algunas semanas y los polluelos ya han crecido lo suficiente, entonces aparece un serio problema. El nido ya no es lo suficientemente grande  para albergar a todos. De la comodidad, se pasa entonces a la incomodidad. Es entonces cuando la madre águila toma unadecisión dura y difícil, pero necesaria. Es hora de salir del nido y aprender a volar. Y para motivarlos a ello, la madre les retira la comodidad, quitando del nido todas las plumas que hacían de colchón, y dejando las ramas a la vista. El contacto con las ramas hace que los aguiluchos experimenten incomodidad, pero también dolor.
Esto es lo mismo que ocurre o que hace Dios con nosotros cuando ya hemos pasado el primer tiempo de conversión, con la finalidad de llevarnos a crecer espiritualmente. Dios comienza con nosotros el entrenamiento hacia la madurez espiritual. Al igual que el águila madre, lo primero que hace Dios es retirarnos nuestra comodidad espiritual, permitiendo que experimentemos nuestras primeras pruebas, algunas fuera de la iglesia, pero otras, dentro de la misma. Es posible que entre esas pruebas se experimente la pérdida de un trabajo, de una relación, de un familiar, de la salud... Cuando esto pasa, el nuevo creyente siente que su cómodo nido ya no es tan cómodo; que ahora la vida cristiana le está causando dolor e incomodidad, y que hay ramas que le están hincando. Pero tranquilo, no es tan grave como parece, sólo te están entrenando para llevarte a la madurez espiritual.
3) Etapa decisiva.
¿Qué es lo siguiente que la madre águila hace con sus polluelos? La madre ahora ha decidido que ya es hora de que ellos vuelen, y uno a uno los toma, y agarrándolos por la nuca, los lleva bien alto, soltándolos luego con la intención de que el polluelo agite sus alas y empiece a volar. Sin embargo, para el aguilucho, esta acción de la madre le resulta incomprensible porque no puede entender porqué su madre, que se supone que lo ama, lo suelte en el vacío. Pero de repente, cuando pareciera que se va a estrellar contra las rocas y que todo ha acabado para él, aparece la madre y lo toma para nuevamente repetir la hazaña. Esto lo hace una y otra vez hasta que el aguilucho comienza a agitar sus alas y por fin aprende a volar, convirtiéndose en un ave que está lista para conquistar las grandes alturas.
De igual forma hace nuestro Dios cuando él decide que llegó el momento para hacernos crecer. Habrá veces que parecerá que Dios te suelta, que no tiene cuidado de ti, y ves tu vida caer en picado hacia el vació pensando que ya llegó el fin. Pero de repente, Dios viene, te alcanza, y te sostiene nuevamente mientras te dice: "¡Aquí estoy, no temas! no te soltaré para que te estrelles. Sólo te estoy entrenando para que puedas conquistar tus alturas."
Y es que las alturas espirituales sólo pueden ser alcanzadas cuando maduramos, y espiritualmente, aprendemos a volar por encima de los límites humanos.

Ahora vamos a estar viendo lo que sucede con el águila cuando ya es adulta y madura.

El águila desarrolla 3 capacidades que no desarrollan las demás aves. Estas son: Velocidad, visión, y renovación.
Velocidad.  El águila puede alcanzar volando los 120 Kilómetros por hora. El cristiano maduro también se caracteriza por su velocidad. Amós 9:13 dice: "He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleva la simiente...."
Espiritualmente, este pasaje significa que cuando la vida espiritual de alguien ha alcanzado madurez, entonces viene sobre ellos una unción de aceleración. Cuando alcanzas madurez espiritual, los tiempos se aceleran para ti. Lo que antes llevaba tiempo para conseguir, ahora sólo te llevará meses o semanas. Cuando se logra madurez, las metas se conquistan con rapidez porque la mano de Dios obra en ello, bendiciendo la madurez que has alcanzado con esfuerzo.
Visión.  El águila desarrolla una impresionante visión. Puede ver a un conejo escondido en la hierba desde 300 metros de altura. Y la misma capacidad desarrolla el cristiano maduro. La madurez espiritual desarrolla la fe necesaria para ver lo que los demás no pueden ver si no es con ojos físicos. Dios promete darle al cristiano maduro la visión que trasciende el tiempo y el espacio.
Renovación. Las águilas viven de principio unos 40 años. No obstante, tienen la posibilidad de vivir muchos años más a través de la renovación.
Al llegar a los 40 años ellas deciden subir solas al lugar más alto y allí, se aíslan por 5 meses. En ese tiempo lo primero que hacen es arrancarse el pico que ya está viejo y no les sirve, y lo hacen golpeándolo fuerte con una roca. Luego se arrancan las garras que tampoco les son ya útiles para cazar. Y cuando les vuelve a salir el pico nuevo, con él se deshacen de sus viejas plumas. Pasado 5 meses, el águila está renovada, y puede, sólo así, llegar a vivir 30 años más.
Cuando el cristiano maduro lleva ya años batallando espiritualmente con este mundo, si quiere seguir batallando hasta el final, tendrá que renovarse quitando de él cosas, o limpiándose de la contaminación del mundo. Esto a veces resulta doloroso, pero necesario, porque sólo en la renovación espiritual adquirimos nuevas fuerzas para seguir firmes. No temamos pues, aislarnos con el Señor cuando necesitemos ser renovados quitando lo que nos estorbe.
Hacia la madurez espiritual


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