lunes, 6 de noviembre de 2017

Estudio doctrinal


      La salvación por gracia
La doctrina de la salvación por gracia es un concepto maravilloso y difícil de entender para 
muchos, ya que el ser humano no llega a comprender porqué Dios justifica al hombre a través sólo de la fe, y no por las obras.
Es sabido que todas las religiones se rigen por las obras para poder recibir beneficios de los supuestos "dioses"; no así el cristianismo, que sostiene que es la gracia de Dios la que nos justifica del pecado, dándonos la salvación.
La palabra gracia es la palabra en griego "charis" y tiene el significado de favor, o regalo inmerecido.
La Biblia enseña: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe: y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe"(Efesios 2:8,9) Leer también Tito 3:7; Romanos 3:24; 3:28; 4:16; 11:6

Si la salvación de una persona fuera, no por fe, sino por obras, o por ambas, entonces no se entendería por qué Cristo vino a morir por nosotros, si el hombre pudiera justificarse él mismo. Como dijo Pablo: "No desecho la gracia de Dios:; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo" (Gálatas 2:21)

Hay algunas verdades sobre la gracia que no debemos ignorar:
1) La gracia no puede ser otorgada sobre méritos algunos (portarnos bien, ir a la iglesia, leer la Biblia)
2) La gracia no es otorgada por Dios en base a un sentimiento de lástima. Dios nos ofrece el perdón sólo en base a la justicia de Cristo imputada sobre aquel que la acepta.
3) Las buenas obras que hagamos serán hechas motivadas por el amor a Cristo, y no para recibir beneficio alguno.
4) Ni siquiera, las buenas obras que hagamos son nuestras, sino que Dios las preparó para que  las llevásemos a cabo (Efesios 2:10)
También es importante tener cuidado de no malinterpretar el concepto de gracia, de modo que se use como pretexto para pecar (1 Pedro 2:16; Gálatas 5:13) Como dijera Pablo: ¿Qué pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera" (Romanos 6:15)

Aunque la Biblia usa diferentes palabras ilustrativas para describir la manera en que Jesús provee la salvación para la humanidad perdida, en cada caso el mensaje queda claro: La salvación es accesible solamente por medio de la fe en Jesucristo como Señor y Salvador. Algunas iglesias seudo-cristianas han incluido tales cosas como el bautismo, la membresía en una iglesia, las buenas obras, y los sacramentos, como necesarias para la salvación. Sin embargo, sólo una cosa se necesita, y es, primeramente arrepentirse por los pecados (no hay pecados grandes ni pequeños. Todos son pecados para Dios) y después, recibir la salvación ofrecida por Cristo, haciéndolo a El, Señor y Salvador en nuestras vidas.

La Salvación, redención del pecado, es un regalo de Dios, una muestra de Su amor, misericordia y perdón que solo puede obtenerse creyendo en Jesús. «Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por Su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo» (Tito 3:5). 

Dios tiene que dar vida a nuestro seco corazón. Dios tiene que dar vista a nuestros ojos ciegos. Dios tiene que dar entendimiento a nuestras mentes entenebrecidas. Por lo tanto, toda la obra de salvación es un milagro de Dios. Creemos el evangelio y recibimos al Señor Jesucristo por fe pero es Dios quien nos da el deseo, la capacidad y el entendimiento para hacer eso. Ninguno de nosotros puede gloriarse acerca de nuestra fe o de nuestra salvación, ya que es todo debido a la gracia de Dios de principio a fin.


Si el lector aún no ha recibido el regalo de la salvación y desea en éste momento recibirlo, puede hacer esta oración conmigo: 
"Padre amado, te doy las gracias por haber enviado a tu Hijo Jesucristo a morir por mis pecados. Reconozco que soy pecador y te pido que perdones todos mis pecados. Yo me arrepiento de todo lo malo que he hecho hasta ahora. Recibo el regalo de la salvación y te recibo a ti como único Señor y Salvador. Escribe mi nombre en el Libro de la Vida, para que cuando yo me presente delante de Ti, tenga acceso por la sangre de tu Hijo a la gloria eterna preparada para tus hijos redimidos. Todo nte lo pido nen el nombre de tu amado Hijo. Amén. 

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