lunes, 12 de febrero de 2018

El verdadero Evangelio

¿Cómo presentar el Evangelio?

En los años setenta tuve acceso a unas estadísticas de crecimiento de iglesias. Para mi horror, descubrí que 80 a 90% de las personas que hacen una decisión para Cristo, se apartan de la fe. - Una de las denominaciones más grandes en Estados Unidos, en el año 1991, consiguió 294'000 decisiones para Cristo. Pero encontraron a solo 14'000 de estas personas siguiendo a Cristo. Esto significa que 280'000 de estas decisiones eran falsas; y los evangélicos modernos toman estos resultados como algo normal.

Cuando descubrí esto, me preocupó mucho. Me puse a estudiar intensamente el libro de Romanos, y la predicación evangelística de hombres como Spurgeon, Wesley, Moody, Finney, Whitefield, Lutero, y otros que fueron grandemente usados por Dios. Encontré que ellos utilizaron un principio que es casi completamente olvidado por las modernas iglesias evangélicas.
La Biblia dice en Salmo 19:7, “La Ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma.” ¿Cuál es la cosa perfecta que convierte el alma? - “La Ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma.”
Para ilustrar la función de la Ley de Dios, hablaremos un poco de la ley civil. Suponemos que yo te digo: “Tengo una buena noticia para ti. Alguien acaba de pagar una multa de 25'000 dólares por ti.” - Tú probablemente reaccionas: “¿De qué estás hablando? No lo entiendo. Yo no tengo una multa de 25'000 dólares.” - Mi “buena noticia” sería una locura para ti. Incluso podría ser ofensiva, porque yo estoy implicando que tú has quebrantado la ley, mientras tú piensas que eres inocente.
Pero todo esto haría mucho más sentido si yo dijera: “Mientras tú manejaste tu taxi, has pasado con 90 kilómetros por hora por una zona restringida donde se encuentra un asilo de niños ciegos. Había diez señales claras indicando que la velocidad máxima era de 25 kilómetros por hora; pero tú has seguido de frente con 90 kilómetros por hora. Lo que hiciste fue extremamente peligroso; la policía te observó y te puso una multa de 25'000 dólares. Ya te iban a cobrar, cuando apareció alguien que tú ni siquiera conoces, y pagó la multa por ti. Realmente eres muy afortunado.”
Si yo te digo primero exactamente lo que hiciste mal, entonces la buena noticia tiene sentido. Pero si yo no te hago entender claramente que quebrantaste la ley, entonces la buena noticia parece locura.
De la misma manera, si yo enfrento a un pecador no arrepentido y le digo, “Jesucristo murió en la cruz por tus pecados”, esto será una locura y una ofensa para él. El piensa que no es un pecador, y que muchos otros son mucho peores que él.
Pero si yo tomo el tiempo de abrir para él la Ley de Dios, los Diez Mandamientos, y le demuestro exactamente lo que hizo mal, y que él ha ofendido a Dios, quebrantando Su Ley, entonces él “queda convicto por la ley como transgresor” (Stgo. 2:9). Y entonces la buena noticia acerca de la multa pagada será “el poder de Dios para salvación” (Rom.1:16).
Ahora, con esto en mente, miremos a Romanos 3:19. “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios.”
Entonces, una función de la ley es cerrar la boca de los pecadores, para que ya no se justifiquen a sí mismos.
Verso 20: “...porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” La Ley de Dios nos dice qué es el pecado. 1 Juan 3:4 dice: “El pecado es la transgresión de la ley.” - Gálatas 3:24: “La ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.” - La Ley no nos ayuda; nos hace ver que no podemos ayudarnos a nosotros mismos. La Ley no nos justifica; nos hace ver que somos culpables ante el juicio del Dios Santo.
La tragedia de la evangelización moderna es que hace unos cien años empezó a pasar por alto la capacidad de la Ley para convertir el alma. Entonces, tuvieron que encontrar una razón diferente para que los pecadores respondan al evangelio. La razón moderna es ahora “para vivir mejor”. - “Jesucristo te dará paz, gozo, amor, y felicidad.”
Esta enseñanza es muy popular, pero no es bíblica. Para ilustrarlo, contaré una anécdota:
Dos hombres están sentados en un avión. El primero recibe un paracaídas, y le dicen que debía ponérselo para mejorar su vuelo. El hombre tiene sus dudas, pero por fin decide probarlo. Al ponerse el paracaídas, siente el peso sobre sus hombros y encuentra que tiene dificultades de sentarse derecho. Pero se recuerda que esto debía mejorar la calidad de su viaje, entonces decide tener paciencia. Sin embargo, algunos otros pasajeros empiezan a reírse de él. El se siente humillado. Por fin no lo soporta más, se quita el paracaídas y lo tira al piso. Siente que le mintieron, porque el paracaídas no mejoró su vuelo en nada.
El segundo hombre recibe también un paracaídas, pero le dicen algo diferente. Le dicen que en cualquier momento, él tendrá que saltar del avión desde una altura de 8000 metros. Muy agradecido, él se pone el paracaídas. No siente el peso, ni la dificultad de sentarse derecho. En cambio, medita en lo que le podría pasar si tuviera que saltar sin este paracaídas. El sabe que el paracaídas le salvará de una muerte segura.
¿Qué dice el evangelio moderno? - “Ponte al Señor Jesucristo. El mejorará tu vida.” El pecador responde a esta invitación y “prueba” al Señor para ver si esto es verdad. ¿Pero qué experimenta? La tentación, tribulación y persecución que la Biblia promete a los cristianos. Los demás se ríen de él. Entonces ¿qué hace? “Tropieza por causa de la palabra” (Marcos 4:17) y se quita al Señor. Es que le hicieron una promesa falsa. Al final, este hombre está peor que antes, porque ahora está amargado contra el evangelio.
En vez de predicar que Jesús mejora nuestro vuelo, debemos advertir a los pasajeros que en algún momento tendrán que saltar. Que “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebr.9:27). Una vez que un pecador comprende las consecuencias terribles del quebrantar la Ley de Dios, huirá a su Salvador. Dios “ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” - ¿por qué? - “por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia...” (Hechos 17:30-31). Esto es lo que debemos predicar.
El asunto es la justicia, no la felicidad. No importa cuan feliz sea un pecador - sin la justicia de Cristo perecerá en el día de la ira de Dios. La paz y el gozo son frutos legítimos de la salvación; pero no es legítimo usar estos frutos como un cebo para atraer a los pecadores. Si hacemos esto, los pecadores responderán con motivos impuros, y les faltará el arrepentimiento.
¿Te recuerdas la razón por qué el segundo pasajero tenía paz y gozo en su corazón? Fue porque sabía que el paracaídas le iba a salvar de una muerte segura. Como un verdadero creyente, puedo saber que la justicia de Cristo me salvará de la ira venidera.
Entonces, el segundo pasajero no se molestará con el paracaídas cuando los otros pasajeros se ríen de él, o cuando el vuelo es turbulento, o cuando la azafata le echa el café caliente sobre sus piernas. De la misma manera, el verdadero creyente no se molestará con Dios cuando la tribulación viene o cuando otros nos ridiculizan. No hemos venido a Cristo para vivir más felices, sino para ser salvos en el juicio de Dios. Tristemente, tenemos a multitudes de cristianos que pierden su gozo y paz cuando pasan por turbulencias. ¿Por qué? Ellos son el producto de un evangelio centrado en el hombre, no en Dios. Les falta el arrepentimiento que es necesario para la salvación.
A.B. Earl dijo: “Encontré por experiencia, que las amenazas más severas de la Ley de Dios son lo más importante en guiar a personas a Cristo. Ellos tienen que ver que son perdidos, antes que clamen por misericordia; ellos no huirán del peligro hasta que lo vean.” - A.B.Earl fue un evangelista famoso del siglo XIX que ganó a 150'000 convertidos. Satanás no quiere que entiendas esto; entonces escucha muy bien. A.B. Earl dijo: “Encontré por experiencia, que las amenazas más severas de la Ley de Dios son lo más importante en guiar a personas a Cristo. Ellos tienen que ver que son perdidos, antes que clamen por misericordia; ellos no huirán del peligro hasta que lo vean.”
Nosotros hemos ofrecido la medicina, antes de hacer entender la enfermedad. Si yo testifico a alguien en el sur de California, casi siempre resulta que la persona ya ha “nacido de nuevo” seis o siete veces. Le digo: “Tienes que entregar tu vida a Jesucristo”, y él me responde: “Ah, sí, yo hice esto cuando tuve siete, once, diecisiete, veintitrés, veinticinco, treinta y dos años...” Este muchacho no es un cristiano. El es un fornicario y un blasfemo, pero él cree que es salvo porque ha “entregado su vida a Cristo.” El usa la gracia de Dios como una oportunidad para la carne. El no aprecia el sacrificio; él pisotea la sangre de Cristo (Hebr.10:29). ¿Por qué? Porque nunca fue convencido de su enfermedad, para que pueda apreciar la medicina.
La evangelización bíblica es siempre la Ley para los orgullosos, y la gracia para los humildes. Nunca vemos a Jesús dando el evangelio, la gracia de Dios, a una persona orgullosa, arrogante, autosuficiente. Nunca. Con la Ley, El quebranta el corazón duro, y con el evangelio, El sana el corazón quebrantado. Dios resiste a los orgullosos, y da gracia a los humildes (Stgo.4:6, 1 Pedro 5:5).
Las señoras deben entender este ejemplo: Estás limpiando la mesa de la sala; ya se ve toda limpia. Después abres las cortinas, y la luz del sol cae a la sala. ¿Qué ves en la mesa? Polvo. ¿Qué ves en el aire? Polvo. ¿Fue la luz que creó el polvo? No, la luz solo lo expone. Cuando tomamos el tiempo de abrir las cortinas ante el Lugar Santísimo, y dejamos que la luz de la Ley de Dios alumbre el corazón del pecador, entonces él se ve tal como es en realidad. “El mandamiento es una lámpara y la Ley es luz” (Prov.6:23).

Ahora, lo maravilloso acerca de la Ley de Dios es que Dios la escribió en nuestro corazón. (Rom.2:15) - “Conciencia” significa “con conocimiento” (“ciencia” = “conocimiento”). Entonces, cuando una persona miente, codicia, fornica, blasfema, lo hace con conocimiento de que está mal. Dios ha dado luz a cada persona. El Espíritu Santo los convence del pecado, de la justicia, y del juicio (Juan 16:8). Su conciencia le acusa, y la Ley le condena.
Entonces yo digo: “Si Dios le juzga a Ud. según este estándar en el día del juicio, ¿Ud. será inocente o culpable?” - El dice: “Culpable.” - Yo digo: “¿Y Ud. piensa que irá al cielo o al infierno?” - La respuesta usual es: “Al cielo.” - Este es el producto del evangelio moderno. Yo digo: “¿Por qué piensa Ud. así? Piensa Ud. que Dios es simplemente tan bueno que El pasará por alto los pecados de Ud.?” - El dice: “Sí, eso es. El va a pasar por alto mis pecados.”
- “Bueno, intente hacer esto en una audiencia judicial. Ud. cometió una violación, un asesinato, y tráfico de drogas - crímenes muy serios. El juez dice: ‘Ud. es culpable. Toda la evidencia está aquí. ¿Tiene Ud. algo más que decir antes de escuchar la sentencia?’ Y Ud. dice: ‘Si, señor juez. Yo quisiera decir que yo creo que Ud. es un hombre bueno, y por tanto pasará por alto mis crímenes.’ El juez dirá probablemente: ‘En una cosa Ud. tiene razón, yo soy un hombre bueno. Y por causa de mi bondad, tengo que ver que se haga justicia. Por causa de mi bondad, yo tengo que asegurar que Ud. reciba su castigo justo.’ “
Y la misma cosa que los pecadores creen que les salvará en el día del juicio, la bondad de Dios, será la cosa que les condena. Por la razón de que Dios es bueno, él tiene que castigar todo pecado.
Entonces, con este conocimiento, el hombre es ahora capaz de comprender. El entiende ahora que el pecado es en primer lugar vertical: no es tanto un asunto de haber ofendido a otras personas, como de haber ofendido a Dios. “He pecado contra el cielo”, dijo el hijo pródigo (Luc.15:21). “Contra ti, contra ti solo he pecado”, dijo David (Sal.51:4). El entiende ahora que la ira de Dios está sobre él (Juan 3:36), que él “fue pesado en la balanza” de la justicia eterna, “y fue hallado falto” (Dan.5:27). Ahora él entiende que necesita un sacrificio (Gál.3:13, Rom.5:8). Hemos quebrantado la Ley, El pagó la multa. Tan sencillo es. Y si alguien se arrepiente y pone su fe en Jesús, Dios va a remover sus pecados.
John Wesley escribió a un joven evangelista: “Predica 90% la ley y 10% la gracia.”
- ¿No sería mejor 50/50? - Imaginémonos que soy un médico, y tú eres el paciente. Tienes una enfermedad mortal. Yo tengo una cura; pero es absolutamente esencial que tú hagas caso a cada detalle de la cura, de otro modo no funcionará. Probablemente yo diría algo como esto: “Tome asiento. Tengo una noticia muy seria para Ud. Ud. tiene una enfermedad mortal.” - Veo que empiezas a temblar. Yo pienso: “Está bien. El está viendo que la situación es seria.” Yo traigo diagramas; traigo placas de rayos X. Te demuestro como el veneno se propaga por tu cuerpo. Te hablo por diez minutos completos acerca de esta enfermedad terrible. Después de esto, ¿cuánto tiempo piensas que tendré que hablarte acerca de la cura? No mucho. Cuando estás allí temblando después de estos diez minutos, yo digo: “Ah, hay un remedio contra esto.” Tú agarras la medicina y te la tragas. Tu conocimiento acerca de la enfermedad y sus terribles consecuencias te hizo desear la cura.
Charles Finney dijo: “En todas partes, la Ley tiene que preparar el camino para el evangelio. Pasar esto por alto, resultará en una esperanza falsa, en un estándar falso en cuanto a la experiencia cristiana, y en iglesias llenas de falsos convertidos.”
Al predicar “fuego y azufre”, la gente se convierte porque quiere escapar del infierno. Pero en sus corazones piensan que Dios es duro e injusto, porque no han visto cuán extremamente pecaminoso es su pecado. No entienden que realmente merecen el infierno. Por tanto, tampoco entienden la misericordia y la gracia; y por tanto, no tienen gratitud por Dios y Su misericordia. Pero la gratitud es el primer motivo para evangelizar. No habrá deseos de evangelizar en el corazón de un falso convertido.
Pero el verdadero convertido sabe que ha pecado contra el cielo; que Dios ha visto hasta sus pensamientos más íntimos. Si Dios, en Su santidad, en el día del juicio traerá a la luz todos los pecados secretos del corazón, y todas las evidencias de su pecado, entonces Dios podría agarrarlo como un trapo sucio y echarlo al infierno, y sería justo. Pero en vez de darle justicia, Dios le dio misericordia, en que Cristo murió por él, cuando todavía era un pecador. Entonces, cae sobre sus rodillas ante la cruz llena de sangre, y dice: “Oh Dios, si tú hiciste esto por mí, yo haré cualquier cosa por ti. Yo me deleitaré en hacer tu voluntad. Tu ley está escrita en mi corazón.”
Y como el hombre en el ejemplo del avión, que nunca se quitaría su paracaídas porque sabe que su vida depende de él, así el verdadero convertido, que sabe que tiene que enfrentarse con un Dios santo en el día del juicio, nunca abandonaría la justicia de Dios en Cristo, porque su vida depende de él.
La evangelización moderna dice: “Nunca cuestiones tu salvación.” La Biblia dice exactamente lo contrario. “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos” (2 Cor.13:5). “Procurad hacer firmes vuestra vocación y elección” (2 Pedro 1:10).
Algunos de ustedes saben que algo está radicalmente equivocado en vuestra vida cristiana. Pierdes tu paz y gozo cuando tu vuelo pasa por turbulencias. No tienes deseos de evangelizar. Nunca caíste sobre tu rostro ante el Dios Todopoderoso, diciendo: “¡He pecado contra ti, oh Dios! ¡Ten misericordia de mí!” Y te falta la gratitud; y no tienes celos por los perdidos. No puedes decir que estás “encendido” para Dios; de hecho estás en peligro de ser llamado “tibio”, y de ser echado fuera en el día del juicio (Apoc.3:16) - cuando multitudes llamarán a Jesús “Señor, Señor”, y El dirá: “Apartaos de mí, hacedores de iniquidad (lo que es contra la ley); yo nunca os conocí” (Mat.7:22-23). No tienes consideración por la Ley divina. La Biblia dice: “Apártese de iniquidad (lo que es contra la ley) todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2 Tim.2:19).
Entonces, hoy necesitas reajustar el motivo de tu entrega. Amigo, no dejes que tu orgullo te detenga. Si estás considerando lo que los demás podrían pensar de ti - esto es orgullo. Prefieres las alabanzas de los hombres en vez de la alabanza que viene de Dios (Juan 12:43). El orgulloso de corazón es abominación al Señor (Prov.16:5). Entonces, humíllate bajo la mano poderosa de Dios, y El te exaltará (1 Pedro 5:5-6). Llámalo reconciliación, o llámalo entrega. Pero no importa cómo lo llames, “procura hacer firme tu vocación y elección”.

(Escrito por Ray Confort)

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