lunes, 28 de mayo de 2018

Serie: Las Bienaventuranzas

Bienaventurados los misericordiosos...
"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"  (Mateo 5:7)
Entramos en esta semana a la quinta de las Bienaventuranzas pronunciadas por Jesús y las cuales estamos estudiando, con el objeto de poder sacar la esencia de cada una de ellas y con la ayuda del Espíritu Santo, poder aplicarlas a nuestra vida personal. Esta nueva Bienaventuranza dice: "Bienaventurados los misericordiosos ,porque ellos alcanzarán misericordia"

Como ya hemos estado comentando con anterioridad, el tiempo en el cual Jesús vivió fue un tiempo de opresión romana, violencia, y falta de misericordia. A los romanos no les preocupaba para nada las necesidades sociales de los judíos. El Imperio Romano cobraba impuestos abusivos, y aquellos de baja condición social, no podían afrontarlo. Por su parte, el pueblo judío, conociendo los mandamientos de Dios escritos en la Torá, se habían olvidado de ellos, menospreciando a los pobres y tratándolos como a pecadores de primera categoría. La misericordia la practicaban solamente frente a los de su misma condición social, haciendo con ello, acepción de personas y violando con ello la ley de Dios.(Deuteronomio 16:19)
El ejemplo que puso Jesús sobre lo que estamos hablando lo tenemos en la historia del Buen Samaritano en Lucas 10:25-37, donde ni el sacerdote ni el levita que debían ser ejemplos en la práctica de la misericordia, socorrieron al hombre herido y medio muerto, mientras que un despreciado samaritano, movido a misericordia, lo socorrió sin hacer acepción de personas.
Seguramente que muchos de entre aquella multitud que escuchaba a Jesús hablar sobre los que eran bienaventurados, al escuchar la bienaventuranza sobre los misericordiosos, sus mismas conciencias los acusarían por falta de misericordia hacia sus semejantes. No obstante, pronto ellos mismos se justificarían poniendo una y mil excusas a la vez que se marcharían convenciéndose ellos mismos de que non eran tan pecadores como muchos de sus conocidos. Esto mismo acontece sin lugar a dudas entre muchos cristianos del pueblo de Dios que no desean darse cuenta que su comportamiento con su prójimo no es de ninguna manera el esperado de un hijo de Dios. Jesús llamó bienaventurados a los misericordiosos porque quería enseñar de las bendiciones divinas que ser misericordioso traía (Leer Proverbios 14:21; 11:17; 3:3) Además de eso, Jesús quería que aquellos que tenían por Padre a Dios, fueran como es Dios, misericordioso (Lucas 6:36)
La promesa de esta quinta bienaventuranza es que aquellos que practiquen la misericordia, recibirán ellos mismos a la vez, misericordia. Esto es lo que en la Biblia se llama la ley de la siembra y la cosecha. Lo que uno siembra será lo que recogerá. Si sembramos ingratitud, cosecharemos ingratitud; si en este caso sembramos misericordia, recibiremos misericordia.No nos quejemos entonces si durante nuestra vida hemos sido egoístas mirando por nosotros mismos y provocando con ello el distanciamiento y la despreocupación de los demás hacia nuestra persona. Dios no espera de nosotros que nuestros sacrificios personales y nuestras ofrendas estén por encima de la misericordia a nuestro prójimo. Oseas 6:6 lo explica perfectamente cuando Dios dice:"Porque misericordia quiero, y no sacrificio.." Nuestros sacrificios y nuestras ofrendas serán agradables a Dios cuando vayan acompañadas de misericordia, no cuando las presentemos separadas de ella. Un corazón misericordioso muestra a una persona tierna y llena de amor, que se duele por la necesidad ajena. A esa clase de persona, Dios la colocará para usarla y ser una herramienta de bendición a otros. Por consiguiente, no sigamos el ejemplo que nos muestra un mundo egoísta y despreocupado del prójimo. Busquemos agradar a Dios a través de practicar la misericordia y las buenas obras. No ignoremos que la ley de Dios presentada por Jesús, se resume en dos: Amar a Dios y amar al prójimo como a uno mismo (Marcos 12:29-31)
Nos toca pues, preguntarnos si estamos cumpliendo con este mandamiento de Dios y estamos amando no sólo al hermano, sino a este mundo perdido, mostrándoles el amor de Dios, así como nuestra ayuda y misericordia.
¿Qué nos dice al respecto nuestra conciencia?

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