Llegamos hoy a la sexta o penúltima de las poderosas declaraciones del tipo "Yo Soy" que pronunció Jesús, y que fueron registradas sólo en el evangelio de Juan.
Esta sexta declaración la presentó Jesús a sus discípulos cuando estaba en un tiempo de intimidad con ellos.
Con esta declaración, Jesús no dijo que conocía el camino, o la verdad, o la vida, con respecto a Dios, sino que él se declaró como el único camino, la misma verdad, y la misma vida. Ahora bien, se necesita conocer lo que para los judíos de aquella época significaba esta declaración, para darnos cuenta de la profundidad y la importancia que llevaban sus palabras. Es por ello que vamos a estar explicando estos términos para terminar descubriendo lo que realmente quiso decir Jesús con esta poderosa declaración.
Con esta declaración, Jesús no dijo que conocía el camino, o la verdad, o la vida, con respecto a Dios, sino que él se declaró como el único camino, la misma verdad, y la misma vida. Ahora bien, se necesita conocer lo que para los judíos de aquella época significaba esta declaración, para darnos cuenta de la profundidad y la importancia que llevaban sus palabras. Es por ello que vamos a estar explicando estos términos para terminar descubriendo lo que realmente quiso decir Jesús con esta poderosa declaración.
"Yo soy el camino" Al afirmar Jesús que él era el camino, aquellos que lo escucharon rápidamente pensaron que se estaba refiriendo al atrio del templo. Tanto en el tabernáculo que Dios mandó construir a su pueblo por mano de Moisés en el desierto, como más tarde en el templo, la composición de estos lugares sagrados era: Atrio, Lugar santo, Lugar santísimo. Jesús era el "camino" es decir, el atrio, o la parte exterior del templo donde toda persona podía entrar para ofrecer sacrificios, para de esta manera continuar adelante para poco a poco, acercarse a la misma presencia de Dios. Jesús es el camino o atrio al cual puede llegar todo el que desee acercarse al Padre. Y de la misma manera que sólo había una puerta o entrada al atrio, Jesús es la única puerta o el único camino que lleva a la misma presencia de Dios.
"Y la verdad" Después de pasar el atrio uno entraba al santuario propiamente en sí, al que los judíos llamaban "la verdad". Jesús, además de afirmar que sólo él era el camino o la entrada a la presencia de Dios, también afirmó ser la verdad, o el Lugar Santo con el cual todo judío estaba familiarizado. Este lugar era llamado "la verdad" porque en aquel lugar los sacerdotes ministraban a Dios, quien es toda verdad, y nada se podía ocultar de él. Jesús es la Verdad o Lugar Santo dejando con ello establecido que todo servicio, oración e intercesión que se dirigiera a Dios, pasaba por él mismo. Pero Jesús no era sólo la Verdad en ese sentido. Él también es la Verdad en relación a que ninguna mentira o engaño puede salir de él, ya que él es la personificación mismo de la Verdad. Ésta por tanto es absoluta, no relativa.
"Y la Vida" Este era el nombre que los judíos le daban al Lugar Santísimo donde se encontraba el arca del pacto y la misma presencia de Dios en ella. Para los judíos, ese lugar era la Vida porque habitaba Dios, la misma Vida, y que transmitía igualmente vida espiritual al que se acercara a Él. Vemos entonces que Jesús declara también ser la Vida, es decir, Dios mismo.
Decir Jesús por tanto que él era el camino, la verdad y la vida (Atrio, Lugar santo y Lugar santísimo) era para los judíos una auténtica blasfemia al compararse con el único Dios verdadero. Esta poderosa declaración que Jesús hizo poco antes de enfrentarse con la muerte, pone la base de lo que llamamos teológicamente la "preeminencia de Cristo". El término "preeminencia" proviene del latín donde "pre" significa "delante de" o "antes" y "eminere"o "eminencia" donde se traduce como "sobresalir". Por tanto, la preeminencia se entiende como el privilegio o la superioridad que goza alguien por encima de los demás.
Jesús es superior en todo. El es el único camino al Padre, el único mediador (1 Timoteo 2:5) y el único Salvador (Lucas 2:11) No existe ser humano, e institución superior a Cristo, ni nadie en la tierra que tenga mayor preeminencia que él.
Existe un gran abismo que separa a Dios y el hombre, el cielo y la tierra. Es necesario cruzar ese abismo a través del único puente establecido por Dios. Jesucristo es nuestro puente que nos permite llegar hasta el otro lado donde se encuentra Dios. El que quiera llegar a los brazos del Padre celestial necesita hacerlo a través de Cristo, el cual hace de puente para todos hoy.
"Nadie viene al Padre sino por mi" (Juan 14:6)
¿Has hecho ya a Jesús tu camino, tu verdad y tu vida para llegar a Dios?
Espero que si.
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