1. Interpretación Fragmentada.
El individuo que interpreta fragmentariamente las Escrituras las considera como si fueran sólo una colección de versículos aislados, cada uno de los cuales puede interpretarse separadamente de su significado más amplio e inmediato. Esta práctica se debe, muchas veces, a la división arbitraria de la Biblia en capítulos y versículos. Es más, en ocasiones no es posible citar extensos pasajes y resulta entonces más fácil y conveniente utilizar solamente uno o dos versículos. Esto conduce muchas veces a descuidar el lugar que ocupa la narración bíblica dentro del texto. Y lo cierto es que los que incurren mayormente en este error son ministros cristianos que, con harta frecuencia, toman una expresión bíblica como texto y, al usarla olvidan completamente su relación contextual. Si los ministros cristianos son culpables de tal práctica, ¿qué podemos esperar de sus feligreses, que dependen de ellos para ser guiados en la interpretación bíblica?
2. Interpretación Dogmática.
Esta clase de exposición tiene como propósito encontrar dentro de las Escrituras las bases de ciertos dogmas que ya han sido aceptados. Como resultado la Biblia se explica en forma que apoye ciertas creencias; y todas aquellas otras interpretaciones posibles que puedan negar dichas creencias son pronta y arbitrariamente descartadas. Esta clase de enfoque de las Escrituras está relacionado a menudo con la exposición fragmentaria, ya que emplea como pruebas ciertas selecciones arrancadas del contexto a fin de que sirvan de base a ciertos dogmas. Tanto el sistema fragmentado como el dogmático son ejemplos de que las Escrituras pueden ser utilizadas sin obtener resultado alguno.
Sin embargo, ambas clases de interpretaciones contienen algún elemento de verdad al aceptar el principio de que se debe acudir a la Biblia como autoridad de aquello que constituye la fe del creyente. Sin embargo, omiten el examen cuidadoso del verdadero significado de la autoridad de las Escrituras. Porque las Escrituras son autoridad solamente si se usan como base para formular nuestras creencias y no simplemente para apoyar nuestras posiciones dogmáticas. El primer enfoque comienza en las Escrituras para llegar a la creencia; el segundo empieza con las creencias y se dirige hacia las Escrituras. En el primer caso la Biblia es la verdadera autoridad; en el segundo el individuo tiene la autoridad. El primero es objetivo y válido; el segundo es subjetivo e inválido. En resumen. el primero es doctrinal, puesto que busca las verdades contenidas en las Escrituras; el segundo es dogmático, puesto que busca la confirmación de doctrinas cuyo fundamento ha de encontrarse en la Biblia.
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