viernes, 9 de abril de 2021

Reflexiones


          PODER

 ¿Le gustaría leer su propia esquela mortuoria en el periódico? Eso es lo que le sucedió a Alfredo Nobel, el químico sueco que inventó la dinamita, y se hizo rico mediante la producción industrial de este y otros explosivos.

Parece ser que un reportero francés le confundió con su hermano y publicó la noticia de su muerte. Cualquiera hubiera quedado sorprendido, pero Alfredo Nobel quedó pasmado y confundido. En un instante se vio a sí mismo como otros le veían, un descubrimiento extraordinario que no todos hacen. El era para el mundo "el rey de la dinamita", el industrial que se había hecho millonario produciendo explosivos. Para el público en general, esta era toda la historia de Nobel, para ellos era sólo el "mercader de la muerte". Horrorizado por esta tremenda esquela mortuoria, resolvió hacer algo distinto en su vida. Su testamento establece cuáles fueron sus ideales en la vida: Cinco premios que llevan su nombre y que son otorgados cada año para galardonar los más altos logros en favor de la cultura, el progreso y la paz. El más estimado y aplaudido de todos es este último. Alfredo Nobel puso el nombre de dinamita a su invento,  tomándolo de la palabra griega que significa poder. Esta es exactamente la misma palabra que utiliza Pablo para describir el evangelio en Romanos 1:16.  "Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego". Ahí está el poder transformador más grande que jamás haya existido. 


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