lunes, 11 de enero de 2021

Reflexiones


Lo que sembramos recogemos

Adolfo Eichmann, nacido en el mismo pueblo que Adolfo Hitler, en Austria, fue el director de la Oficina de Asuntos Judíos de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Su filosofía y acción resultaron en la exterminación de varios millones de judíos alemanes. En los últimos días de la guerra.

Eichmann huyó de Alemania y logró refugiarse en Argentina, donde estuvo oculto por más de una década. En 1960, después de tres años de investigaciones clandestinas, David Ben Gurión, primer ministro de Israel, anunció que Adolfo Eichmann había sido capturado y que sería llevado ante los tribunales. El juicio duró ocho meses. Durante el proceso, miles de páginas de pruebas documentales fueron presentadas. El mismo Eichmann fue interrogado por horas. A través de todo el interrogatorio, Eichmann nunca aceptó responsabilidad alguna por las ejecuciones. Argumentó que él fue un títere en manos del sistema y maquinaria nazis y que sólo cumplía con las órdenes que le daban. Nunca admitió responsabilidad alguna relacionada con el holocausto de seis millones de judíos.

 Según Jesucristo, habrá un juicio y muchos preguntarán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?' A lo que Jesús responderá: "De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis." "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles." 

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