"Fui buscado por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombre: Heme aquí, heme aquí. Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos; pueblo que en mi rostro me provoca de continuo a ira, sacrificando en huertos, y quemando incienso sobre ladrillos; que se quedan en los sepulcros, y en lugares escondidos pasan la noche; que comen carne de cerdo, y en sus ollas hay caldo de cosas inmundas; que dicen: Estate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú; éstos son humo en mi furor, fuego que arde todo el día". (Isaías 65:1-5)
Desde el principio mismo de la Creación de Dios, hubo por parte de esa creación un deseo de querer ser como Dios. Satanás fue quien introdujo el pecado en esa creación perfecta de Dios comenzando una rebelión contra Dios.
Más adelante, con la entrada en escena de Adán y Eva, ellos terminaron también rebelándose contra la voluntad de Dios. De esta manera vemos que, tanto Satanás como nuestros primeros padres, cometieron contra el Creador un pecado llamado "pecado de rebelión".
Más adelante, con la entrada en escena de Adán y Eva, ellos terminaron también rebelándose contra la voluntad de Dios. De esta manera vemos que, tanto Satanás como nuestros primeros padres, cometieron contra el Creador un pecado llamado "pecado de rebelión".
Hoy día, el mundo no cristiano está en constante rebeldía contra Dios, por no obedecer tanto su Palabra, como al mensajero divino de su Palabra: Jesucristo. No obstante, el pueblo cristiano de Dios también puede estar cometiendo "pecado de rebelión" de varias maneras. Es por esto que vamos a estar hablando sobre las diversas formas de rebelión a Dios extraídas precisamente del pasaje de Isaías 65 que ha sido puesto de cabecera en la entrada. Pero antes de comenzar, estaremos definiendo el término "rebelión" para una mayor comprensión.
Según el diccionario, se exponen dos significados de lo que es rebelarse. La primera afirma que rebelarse es levantarse contra una autoridad. La segunda definición apunta a que rebelarse es oponer resistencia.
5 formas de rebelión a Dios. (Isaías 65: 2-5)
"Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno..."(vr 2)
La primera forma de rebeldía que encontramos en el pasaje de Isaías nos dice que el rebelde "anda por camino no bueno" La gran mayoría de personas en nuestra sociedad actual anda por caminos no buenos. Esos caminos no buenos pueden descansar en asuntos ilegales, vida inmoral, consumo de drogas, alcohol, pornografía, y otros vicios. Estas personas viven en rebeldía contra Dios porque no se sujetan a las normal establecidas por Dios en su Palabra. A tales personas hay que advertirles que esos caminos por donde transitan los pueden destruir, tanto en esta vida, como en la vida eterna. Con respecto a los cristianos...¿podemos también estar andando por camino no bueno? En Efesios 5:15 podemos leer: "Mirad con diligencia como andéis, no como necios, sino como sabios" Estas palabras se las estaba diciendo Pablo a la iglesia de Éfeso, a una comunidad de hermanos. Por consiguiente, nosotros los cristianos podemos también, estar andando por camino no bueno. Caminamos como necios cuando nos dejamos guiar por nuestra propia sabiduría, haciendo planes, pero sin contar con Dios, porque nuestros planes nos parecen buenos, hasta que resultan lo contrario. Caminamos como necios cuando nuestro orgullo y prepotencia nos domina, haciéndonos caer una y mil veces e impidiendo una visión correcta. Sin embargo, caminamos sabiamente por camino bueno cuando todos nuestros pensamientos, palabras y acciones, están guiados por el mismo Dios, siendo nuestra actitud de humildad y sumisión.
Por consiguiente, puede haber rebeldía en un cristiano andando por camino no bueno.
"En pos de sus pensamientos" (vr2)
Sabemos perfectamente que todo ser humano tiene pensamientos. Sólo existen dos clases de pensamientos: Pensamientos buenos, y pensamientos malos. Estas dos clases de pensamientos se pueden mezclar, teniendo a la vez tanto pensamientos buenos, como pensamientos malos. El problema principal es cuando dejamos que los malos pensamientos nos dominen y nos lleven a hacer cosas incorrectas, contrarias a la voluntad de Dios. Muchas veces los cristianos nos dejamos llevar por pensamientos malos o incorrectos pensando que son pensamientos buenos y correctos. Esto sucede porque a la hora de solucionar un problema o tomar una decisión, erramos por no conocer la voluntad del Señor sobre ese asunto. Es por esto que es de suma importancia conocer bien la Biblia, ya que ella será siempre una guía para indicarnos qué clase de pensamientos tenemos, y evitar así, llevar todo pensamiento incorrecto a la práctica.
Otra forma de rebelión a Dios la encontramos en el versículo 3 de Isaías 65 donde nos dice:"....sacrificando en huertos, y quemando incienso sobre ladrillos". Este versículo entra dentro del contexto de este capítulo 65 en donde el pueblo de Dios, Israel, estaba siendo rebelde a Dios al sacrificar en huertos y al quemar incienso sobre ladrillos. Dios había ordenado la manera exacta que él quería que se le sacrificaran animales. El pueblo debía llevar todos los sacrificios al Templo y allí, ofrendarlos a Dios. Sin embargo, ellos estaban haciendo como las naciones paganas, que sacrificaban a sus dioses en los huertos. Además de esto, el pueblo de Dios no solamente sacrificaba en los huertos a Dios, sino a la vez a otros dioses, igualando al verdadero Dios, con los dioses falsos paganos.
Con respecto al incienso, ellos tampoco estaban obedeciendo a Dios ya que no se debía quemar incienso sobre ladrillos, sino en el altar del incienso construido para ello y ubicado en el Lugar Santo del Templo. Por consiguiente, todo lo que ellos estaban haciendo y que era contrario a la voluntad de Dios, reflejaba un pecado de desobediencia por parte de ellos.
¿Cómo llevamos nosotros la obediencia? La desobediencia es un pecado de rebeldía que nuestro Dios detesta. La misma Palabra de Dios nos dice en Efesios 5:6 que la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia. Dios mueve su mano siempre sobre aquellos que procuran obedecer lo establecido en su Palabra. Seguramente que muchos erremos en nuestro camino a la obediencia, pero si persistimos en poner la obediencia a Dios por encima de nuestros deseos, de seguro seremos grandemente bendecidos.
En 1 Pedro 1:22, el apóstol señala el porqué la obediencia es tan importante. El texto nos dice: "Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu...." Vemos que es a través de la obediencia que nuestras almas (sentimientos, intelecto, voluntad) se purifican, y eso a través del Espíritu que opera en nosotros.
Otra de las formas de rebelión a Dios lo encontramos en el versículo 4 donde leemos: "Que se quedan en los sepulcros, y en lugares escondidos pasan la noche; que comen carne de cerdo, y en sus ollas hay caldo de cosas inmundas".
Otra forma de rebelión a Dios la encontramos en el versículo 3 de Isaías 65 donde nos dice:"....sacrificando en huertos, y quemando incienso sobre ladrillos". Este versículo entra dentro del contexto de este capítulo 65 en donde el pueblo de Dios, Israel, estaba siendo rebelde a Dios al sacrificar en huertos y al quemar incienso sobre ladrillos. Dios había ordenado la manera exacta que él quería que se le sacrificaran animales. El pueblo debía llevar todos los sacrificios al Templo y allí, ofrendarlos a Dios. Sin embargo, ellos estaban haciendo como las naciones paganas, que sacrificaban a sus dioses en los huertos. Además de esto, el pueblo de Dios no solamente sacrificaba en los huertos a Dios, sino a la vez a otros dioses, igualando al verdadero Dios, con los dioses falsos paganos.
Con respecto al incienso, ellos tampoco estaban obedeciendo a Dios ya que no se debía quemar incienso sobre ladrillos, sino en el altar del incienso construido para ello y ubicado en el Lugar Santo del Templo. Por consiguiente, todo lo que ellos estaban haciendo y que era contrario a la voluntad de Dios, reflejaba un pecado de desobediencia por parte de ellos.
¿Cómo llevamos nosotros la obediencia? La desobediencia es un pecado de rebeldía que nuestro Dios detesta. La misma Palabra de Dios nos dice en Efesios 5:6 que la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia. Dios mueve su mano siempre sobre aquellos que procuran obedecer lo establecido en su Palabra. Seguramente que muchos erremos en nuestro camino a la obediencia, pero si persistimos en poner la obediencia a Dios por encima de nuestros deseos, de seguro seremos grandemente bendecidos.
En 1 Pedro 1:22, el apóstol señala el porqué la obediencia es tan importante. El texto nos dice: "Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu...." Vemos que es a través de la obediencia que nuestras almas (sentimientos, intelecto, voluntad) se purifican, y eso a través del Espíritu que opera en nosotros.
Otra de las formas de rebelión a Dios lo encontramos en el versículo 4 donde leemos: "Que se quedan en los sepulcros, y en lugares escondidos pasan la noche; que comen carne de cerdo, y en sus ollas hay caldo de cosas inmundas".
Estas cosas que el pueblo de Israel estaba haciendo habían sido prohibidas en la ley (no comer carne de cerdo, no tocar los sepulcros, etc) y sin embargo el pueblo no las respetaba. También esta era otra forma de rebelión a Dios ya que el hacer esto indicaba que ellos se dejaban contaminar voluntariamente.
Nosotros, y al igual que el pueblo de Israel en aquel tiempo, nos podemos fácilmente dejarnos contaminar voluntariamente. Por medio de la Palabra podemos conocer algunas de esas cosas que nos contaminan. Por ejemplo, en Gálatas 5:19-21 encontramos una lista de ellas. "Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatrías, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas...."
Queda pues establecido, que otra forma de rebelión a Dios se lleva a cabo contaminándonos voluntariamente con las cosas prohibidas por Dios.
Llegamos a la última forma de rebelión a Dios extraída del pasaje de Isaías 65:5 que dice: "...Estate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú..." En el contexto del pasaje, el pueblo de Israel pensaba que, porque ellos habían sido elegidos por Dios para ser su pueblo, ellos ya de por sí eran santos, aunque siguieran pecando y adorando otros dioses, y desechaban con ello, a los gentiles o a los no judíos. Esta otra forma de rebeldía o rebelión a Dios se llama orgullo. Muchas veces el orgullo que hemos arrastrado con nosotros del mundo, domina nuestro carácter y nos hace vernos superiores al resto de la creación de Dios, desechando con ello la oportunidad de hablarles del Evangelio a una determinada población de la humanidad, como puedan ser los drogadictos, alcohólicos, prostitutas, indigentes, etc. Aún dentro de la misma congregación, podemos sentirnos superiores considerando nuestros dones recibidos por gracia, como superiores a los dones recibidos de otros hermanos. Pero ésta, no es sino otra forma de rebelión que Dios considera en nosotros.
Resumimos, por tanto, las diversas formas de rebelión a Dios que hemos encontrado en este pasaje de Isaías. Tenemos: andar por camino no bueno, aceptar nuestros pensamientos erróneos, andar en desobediencia, contaminarse voluntariamente, y ser orgullosos.
Sería bueno penetrar cada uno en nuestro propio corazón para examinarlo. ¿Existe en él alguna forma de rebelión a Dios de las que hemos estado hablando? Si la respuesta es sí, no perdamos ocasión de arrepentirnos y comenzar de nuevo, siendo restaurados por el poder del Espíritu Santo. Lo agradeceremos cuando estando en Su presencia, no seamos acusados de rebeldes.
Nosotros, y al igual que el pueblo de Israel en aquel tiempo, nos podemos fácilmente dejarnos contaminar voluntariamente. Por medio de la Palabra podemos conocer algunas de esas cosas que nos contaminan. Por ejemplo, en Gálatas 5:19-21 encontramos una lista de ellas. "Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatrías, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas...."
Queda pues establecido, que otra forma de rebelión a Dios se lleva a cabo contaminándonos voluntariamente con las cosas prohibidas por Dios.
Llegamos a la última forma de rebelión a Dios extraída del pasaje de Isaías 65:5 que dice: "...Estate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú..." En el contexto del pasaje, el pueblo de Israel pensaba que, porque ellos habían sido elegidos por Dios para ser su pueblo, ellos ya de por sí eran santos, aunque siguieran pecando y adorando otros dioses, y desechaban con ello, a los gentiles o a los no judíos. Esta otra forma de rebeldía o rebelión a Dios se llama orgullo. Muchas veces el orgullo que hemos arrastrado con nosotros del mundo, domina nuestro carácter y nos hace vernos superiores al resto de la creación de Dios, desechando con ello la oportunidad de hablarles del Evangelio a una determinada población de la humanidad, como puedan ser los drogadictos, alcohólicos, prostitutas, indigentes, etc. Aún dentro de la misma congregación, podemos sentirnos superiores considerando nuestros dones recibidos por gracia, como superiores a los dones recibidos de otros hermanos. Pero ésta, no es sino otra forma de rebelión que Dios considera en nosotros.
Resumimos, por tanto, las diversas formas de rebelión a Dios que hemos encontrado en este pasaje de Isaías. Tenemos: andar por camino no bueno, aceptar nuestros pensamientos erróneos, andar en desobediencia, contaminarse voluntariamente, y ser orgullosos.
Sería bueno penetrar cada uno en nuestro propio corazón para examinarlo. ¿Existe en él alguna forma de rebelión a Dios de las que hemos estado hablando? Si la respuesta es sí, no perdamos ocasión de arrepentirnos y comenzar de nuevo, siendo restaurados por el poder del Espíritu Santo. Lo agradeceremos cuando estando en Su presencia, no seamos acusados de rebeldes.
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