Bienaventurados los que padecen persecución...
"Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mateo 5:10)
Continuamos hoy con una nueva Bienaventuranza. En este caso nos toca la octava de la nueve Bienaventuranzas pronunciadas por Jesús en el Sermón del Monte. Esta nueva Bienaventuranza dice así: "Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos".
Como recordarán los que están siguiendo esta serie de reflexiones sobre las Bienaventuranzas, ya estuvimos hablando acerca de la justicia en la cuarta de las Bienaventuranzas donde estuvimos viendo que se consideran bienaventurados a los que tienen hambre y sed de justicia (Mateo 5:4) En aquella Bienaventuranza, la justicia de la que se habla es la justicia de Cristo, impuesta sobre todos los hambrientos y sedientos para de esta forma tener acceso a la presencia de Dios.En esta octava Bienaventuranza, la justicia de la que se habla es una justicia social y moral basada en la Palabra de Dios, y no en opiniones de una sociedad que cada vez se aproxima más a su destrucción.
El cristiano que busca la justicia divina y no la del hombre, será perseguido, discriminado, o apartado como resultado de seguir esta clase de justicia divina.Un ejemplo actual lo tenemos hoy día con respecto a las uniones o matrimonios de personas del mismo sexo. Sabemos que la Palabra de Dios prohíbe tales uniones (Levítico 18:22; 20:13) Sin embargo, hoy día la sociedad ve estas uniones como algo de lo mas normal, de manera que cualquiera que habla en contra de ellas es insultado y tachado de intransigente. No obstante, el deber de todos aquellos que han sido justificados por Cristo, es llevar la justicia divina en cualquier lugar donde nos encontremos. Las Escrituras nos dicen en Deuteronomio 16:20: "La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que Jehová tu Dios te da".Se nos ordena por tanto seguir esa justicia sin importar el precio que tengamos que pagar por ello. Muchos cristianos hoy día se ven forzados a callar la Palabra de Dios por temor a ser despreciados, humillados o encarcelados. Y aunque estemos en pleno siglo XXI todavía se ve persecución hacia los cristianos de manera no sólo física, también psicológicamente. La Palabra de Dios habla acerca del tiempo en el cual estamos como tiempo donde se daría la vuelta a lo que habría sido establecido por Dios desde el principio. Isaías 51:20 dice: "Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo". Esta es una lamentación para la sociedad de hoy que ha aprobado como bueno todo lo que Dios prohibió como malo. Nuestra tarea en estos últimos tiempos es hablar verdad, y denunciar el pecado, aunque seamos por ello criticados y perseguidos. Si hemos sido puestos aquí en la tierra como luz y sal, ¿callaremos escondiendo nuestra luz? ¿ Evitaremos preservar, como hace la sal, al mundo de su corrupción moral? No ignoremos que a cada uno de nosotros Dios nos pedirá cuentas.
En Ezequiel 33 se habla del atalaya puesto por Dios para denunciar el peligro sobre una ciudad. Si el atalaya advierte del peligro pero la gente no hace nada para evitarlo, el atalaya saldrá libre de toda culpa. Por el contrario, si el atalaya que ve venir el peligro, no advierte de él, aquel atalaya será culpable del daño causado (Ezequiel 33:1-9)
Cada uno de nosotros hemos sido puestos por atalayas en nuestra nación, en nuestra ciudad, en nuestro barrio, en nuestra comunidad, en nuestra familia. Como atalayas debemos advertir del peligro de no andar conforme a las leyes establecidas por Dios. Si no lo hacemos, Dios nos pedirá cuentas. Si lo hacemos y seguimos su justicia dando la cara a lo que venga,seremos bienaventurados porque llegaremos al reino de los cielos.
Cobremos ánimo pues y no escondamos la justicia de Dios escrita en su Palabra. Aunque seamos perseguidos por causa de la justicia, seremos por sobre todo...bienaventurados.
En Ezequiel 33 se habla del atalaya puesto por Dios para denunciar el peligro sobre una ciudad. Si el atalaya advierte del peligro pero la gente no hace nada para evitarlo, el atalaya saldrá libre de toda culpa. Por el contrario, si el atalaya que ve venir el peligro, no advierte de él, aquel atalaya será culpable del daño causado (Ezequiel 33:1-9)
Cada uno de nosotros hemos sido puestos por atalayas en nuestra nación, en nuestra ciudad, en nuestro barrio, en nuestra comunidad, en nuestra familia. Como atalayas debemos advertir del peligro de no andar conforme a las leyes establecidas por Dios. Si no lo hacemos, Dios nos pedirá cuentas. Si lo hacemos y seguimos su justicia dando la cara a lo que venga,seremos bienaventurados porque llegaremos al reino de los cielos.
Cobremos ánimo pues y no escondamos la justicia de Dios escrita en su Palabra. Aunque seamos perseguidos por causa de la justicia, seremos por sobre todo...bienaventurados.
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