LA LEY EN EL NUEVO TESTAMENTO
La palabra griega que los escritores del NT acuñaron para referirse a la “ley” del AT es nomos. Se usa para referirse al Decálogo (Hech. 7:53; ver Deut. 33:2; Stg. 2:9–11),al Pentateuco (Juan 1:45; Hech. 6:13) o a una parte del Pentateuco (Heb. 7:5, 12, 19, 28; 8:4; 9:19, 22; 10:1, 8) y a otras secciones del AT (Juan 10:34; 12:34; 15:25). Siendo que en los días de Cristo los judíos habían dividido el AT en la Ley (Génesis—Deuteronomio), los Profetas (libros históricos y proféticos) y los Escritos o Salmos (mayormente libros poéticos)
A menudo la palabra nomos, especialmente en los Evangelios, se emplea para referirse al Pentateuco (Luc. 24:44). En varios pasajes se la usa como la ley de Moisés (Luc. 2:22; Hech. 13:39; 15:5; 28:23; Juan 9:23), o la Ley de Moisés ... los Profetas (Luc. 24:44), o más simple aún, la Ley ... los Profetas (Mat. 5:17; 7:12; 11:13; 22:36; Luc. 16:16; Hech. 13:15; 24:14).
A menudo la palabra nomos, especialmente en los Evangelios, se emplea para referirse al Pentateuco (Luc. 24:44). En varios pasajes se la usa como la ley de Moisés (Luc. 2:22; Hech. 13:39; 15:5; 28:23; Juan 9:23), o la Ley de Moisés ... los Profetas (Luc. 24:44), o más simple aún, la Ley ... los Profetas (Mat. 5:17; 7:12; 11:13; 22:36; Luc. 16:16; Hech. 13:15; 24:14).
En el contexto de Santiago, las expresiones ley de la libertad (1:25; 2:12) y ley real (2:8), se usan para referirse al Decálogo. Esta última expresión “parecería referirse a Yavé como el rey que dio la ley” (B. L. Martin, Christ and the Law in Paul). En las cartas de Pablo a las iglesias, nomos posee un sentido equivalente al que tuvo torah en el AT hebreo, su traducción nomos en la LXX, y en general en el resto del NT y en los escritos rabínicos. Los rabinos usaron torah no sólo para referirse al Decálogo, al Pentateuco y al AT, sino también para referirse a lo que llamaron ley oral, que contenía la tradición o interpretación oral de la ley que, según ellos, Moisés habría dado sin escribirla.
La palabra entolás, “mandamientos”, se usa normalmente para referirse al Decálogo (Mar. 10:19; Luc. 18:20; Rom. 13:9; Ef. 6:2): ... el mandamiento es santo, justo y bueno (Rom 7:12). Que podían ser guardados se ve en el hecho de que Zacarías y su mujer eran justos delante de Dios y vivían irreprensiblemente en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor (Luc. 1:6). Los mandamientos de Dios son válidos para los cristianos (Mat. 5:19; 1 Cor. 7:19), y su esencia es amor a Dios y amor al prójimo (1 Juan 5:2, 3; ver Mat. 22:36–40). Esta es la regla suprema de Cristo (Juan 14:15, 21; 15:10; 1 Jn. 2:3–5). En el fin del mundo, el remanente final del Cordero se caracterizaría por guardarlos (Apoc. 12:17; 14:12).
Como entálmata (Mat. 15:9; Mar. 7:7; Col. 2:22), entolás puede referirse también a mandamientos humanos (Tito 1:14). Otro término es dógmasin, “decretos” u “ordenanzas”, los que fueron establecidos en el libro de la ley y puestos al lado del arca, como testimonio “en contra” de los transgresores (Ef. 2:15; Col. 2:14; ver Deut. 31:26). Los apóstoles y ancianos de Jerusalén habían determinado también dógmata, “ordenanzas” para las iglesias (Hech. 16:4).
Problemática
El libro de la ley que hoy conocemos como el AT fue la Biblia que poseyeron Cristo y los apóstoles en el primer siglo de nuestra era. En sus controversias con los judíos ellos partían de una fuente común de autoridad: los escritos inspirados que Dios reveló a Moisés y a los profetas (Mat. 22:29; Juan 10:34–36). En el siguiente siglo, sin embargo, los cristianos tuvieron que defenderse de los ataques de los filósofos paganos que ridiculizaban el AT, con el propósito de socavar el fundamento de la fe de los cristianos. Aunque los apologistascristianos de la época salieron en defensa de la autenticidad de la Palabra, no pudieron evitar que algunos se viesen afectados, como Marción, quien pensó resolver los aspectos más difíciles del AT diciendo que allí se revela al Dios malo, mientras que en el NT se revela al Dios bueno. La iglesia cristiana en los días de Marción se pronunció en contra de su enfoque de los dos testamentos, declarando que el NT no tenía el propósito de reemplazar al AT, sino que era más bien su cumplimiento y consumación (R. Badenas, Christ the End of the Law ).
Marción fue víctima también del sentimiento antisemita que se incrementó desde fines del primer siglo en el Imperio Romano. Para no ser vinculados con los judíos a quienes se odiaba y perseguía, y manteniendo fresco el odio que experimentaron de los judíos mismos, muchos cristianos como Marción comenzaron a negar valor, si no a todos, al menos a parte de los escritos del AT (Bacchiocchi, From Sabbath to Sunday).
La tendencia que apareció en algunos intérpretes después de la Reforma (siglo XVI) fue de considerar que la ley del AT fue abolida por su cumplimiento en Cristo. Esta tendencia se fue afirmando durante el siglo XVIII, y terminó prevaleciendo bajo el liberalismo del siglo XIX. En nuestro siglo, un número considerable de autores ha defendido las dos interpretaciones, y aún una tercera que combina ambas. No faltan tampoco quienes ven en el espíritu antisemita que recrudeció antes de la Segunda Guerra Mundial otro factor que ha perturbado el entendimiento del valor de la ley en el NT.
Esta misma problemática se extiende al concepto del Pacto en el NT, debido a que la ley era la base del pacto entre Dios y su pueblo (Deut. 9:9, 11, 15), a tal punto que el arca en donde se colocaron las tablas del Decálogo pasó a llamarse arca del pacto (Deut. 10:8; 31:9), y el libro de la ley que contenía el Decálogo, libro del pacto (Exo. 24:7; 2 Rey. 23:2). Mientras que después de la Reforma, algunos intérpretes consideraron que Dios tuvo dos pactos para salvar al hombre: el viejo y el nuevo; otros como el gran reformador Calvino se destacaron por insistir en que la Biblia ofrece un sólo camino o método de salvación. Este método es el que los profetas y el NT denominaron nuevo pacto.
Los que consideran que el Antiguo Pacto o Testamento fue hecho por Dios con los judíos, y que por consiguiente no es más relevante para los cristianos a quienes el Señor da el Nuevo Pacto, niegan el fundamento mismo del evangelio. El cristianismo está basado no solamente “sobre el fundamento de los apóstoles” sino también de los “profetas”, siendo la piedra fundamental Cristo mismo, cuya venida éstos anunciaron (Ef. 2:20). Pablo destaca que Abraham y su descendencia recibieron el Nuevo Pacto de “justificación por la fe” (Rom. 4), y en Hebreos 11 se presenta como ejemplo de fe a los héroes del AT. De allí es que hasta se hace referencia al pacto de Dios como pacto eterno (Heb 13:20), y se declara que el evangelio fue dado tanto a los judíos como a los cristianos.
Porque también a nosotros, como a ellos, nos han sido anunciadas las buenas nuevas; con la diferencia de que a los antiguos no les aprovechó oír la palabra, porque no se identificaron por fe con los que la obedecieron (Heb. 4:2). Y la historia de su apostasía se presenta como advertencia a todo cristiano que entra en el nuevo pacto (v. 1; 2:1–4; 1 Cor. 10:6, 11). Por esta razón, muchos cristianos creen que si lo que pasó a llamarse Antiguo Pacto fue considerado como tal y caducó, se debió no a que sus requerimientos morales cambiaron, sino a que la historia de Israel como nación fue vista en su conjunto como testimonio de rechazo e invalidación del pacto, el que culminó con la entrega a muerte del Hijo de Dios (Heb. 8:8, 9; Mat. 21:33–43). Dicho de otra manera, Dios no cambió sus condiciones para entrar en su pacto, sino que el “Israel según la carne” firmó mal, y por consiguiente no pudo permanecer en el convenio (ver Heb. 3:7–4:13).
Ahora bien, mientras que ciertos pasajes presentan las leyes del Antiguo Pacto como válidas para el cristiano hoy (Mat. 5:17–19; Rom. 3:31; 7:12, etc.), otros pasajes se refieren a ciertas leyes como habiendo sido abrogadas (Ef. 2:15; Col. 2:14; Heb. 10:8–9). ¿Se contradicen los escritos del NT? Esto es lo que ciertos autores en décadas pasadas llegaron a creer. Pero esta conclusión ha sido ya superada. Los estudios actuales buscan entender su mensaje como un todo, y al hacerlo, no tienen otra alternativa que investigar finalmente qué es lo que terminó cuando Jesús estableció el Nuevo Pacto con su iglesia, y qué es lo que permanece.
Una diferenciación clásica fue la que estableció Calvino en el siglo XVI. Según Calvino, las leyes ceremoniales o rituales del antiguo orden caducaron (Heb. 10:1–9), mientras que las morales del Decálogo permanecen como válidas (Rom. 13:8–10; 1 Cor. 7:19). En realidad, el primero en hacer tal distinción fuera de la Biblia fue el autor de la Epístola de Bernabé. Pero esto no explica todo el análisis paulino y del NT de la ley del Antiguo Pacto, y de su relación con el Nuevo. Por consiguiente, en nuestro estudio de la ley en los Evangelios y en las cartas de Pablo, buscaremos determinar no sólo qué es lo que tiene validez hoy, y qué es lo que caducó, sino también qué entendió Pablo cuando usó expresiones tales como: “el fin de la ley”, “bajo la ley”, “obras de la ley”, “libres de la ley”, “justicia de la ley”, etc.
Extrído de http://www.indubiblia.org/la-ley-torah
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